¿Cuándo terminará el drama?

Cuanto más se intensifica la acción del coronavirus, más aumentan las muertes y nuevos casos por sus efectos; hay más angustia en la población y fluye en los labios de cada uno la pregunta: ¿Cuándo terminará? Es un interrogante que no tiene respuesta por decisión de los mismos hombres, a los que parecería no importarles las consecuencias de su irresponsabilidad. Cada comunidad cuenta en su seno con personas que comparten la pregunta sobre la idea de que termine el drama; pero en cada comunidad están los incentivadores del mal, los que con su negativa a combatir al virus logran que crezca.
Terminará el sufrimiento de millones de personas cuando todos den cuenta y razón de su propia conducta, cuando hayan tomado conciencia de que depende de todos que concluya la pandemia; se hará mucho y rápidamente, cuando todos observemos conductas dignas de paliar las angustias que se vive porque se hará un solo frente contra el virus y no habrá posibilidad para su retorno. El mundo tiene experiencias sobre múltiples casos vencidos con unidad y voluntad decidida para derrotar males, para lograr victorias en batallas, para enfrentar situaciones de hambre y urgencias que han diezmado muchas veces a poblaciones íntegras; pero, para lograr éxitos en cualquier emprendimiento, se requiere armonía y toma de conciencia de lo que se quiere y se necesita. Es necesaria la conciencia de bien común y urgencia de derrotar posiciones de soberbia y petulancia, como las que se observa en quienes rehúyen combatir al mal, comportándose con un poco de humildad y reconociendo que sus caprichos son aliados del virus, que las posiciones intransigentes de los renuentes a los cuidados personales y de sus familias son los únicos culpables del incremento maligno que, conforme pasen los días, cosechará más víctimas con muerte y presencia de nuevos casos que se hacen poderosos medios de contagios.
Habría que preguntar a los aliados de la pandemia: ¿Cuándo terminará su alianza con los enemigos de la humanidad, como son ustedes? ¿Hasta cuándo es su compromiso de aportar para muertes y casos diarios? ¿Cuándo harán conciencia de que ellos son también seres humanos y el virus se deshará de ellos cuando quiera? Los renuentes a los cuidados, que evitan preservarse junto a sus familias de la pandemia, no deberían esperar más víctimas en su entorno y obrar solidaria y responsablemente con la humanidad. No deben seguir como aliados incondicionales del virus que cobra sufrimientos, lágrimas, dolor y muerte; deben obrar consciente y responsablemente ingresando a las filas de todos los que defienden a la humanidad de un mal que, de no parárselo, continuará creciendo indefinidamente.
Se dice que “se venció otras pandemias tan solo con el paso del tiempo”; pero, ¿a costa de cuánta muerte? El caso de la pandemia del año l9l8 es más que patético y ejemplar y no se necesita narrar otras pandemias por virus que atacaron al planeta a través de muchos siglos; las luchas a combatir que tenemos ahora es para derrotarlas ya, sin contemplación alguna, desterrando el miedo o cobardía de los renuentes a cuidados que, en estos casos, son las únicas armas efectivas contra la pandemia y sus consecuencias. El mal que sufrimos depende de todos los hombres y nadie debe rehuir su concurso.