jueves, mayo 2, 2024
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Educadores y la preparación para las clases presenciales

¿Cómo vamos a afrontar los educadores la etapa que seguirá a este período tan especial del COVID-19? Parece obligado que nos planteemos la pregunta o aventuremos algún pronóstico. La cuestión se refiere, de una manera casi inmediata, al comienzo del próximo curso académico, pero deberíamos mirar más allá y prever actitudes, actividades y comportamientos sostenidos en el tiempo.

Es difícil saber lo que pasará en el ámbito escolar cuando hayamos superado esta situación crítica. Se puede intuir algunas reacciones y consecuencias de la experiencia vivida estos meses, pero no es fácil hacer muchas predicciones. ¿Va a cambiar el modo de comportarnos, de trabajar o de estudiar? ¿Se van a ver alteradas las relaciones de los alumnos con sus compañeros y con los profesores? ¿Se olvidarán pronto de lo que ha pasado y volverán a sus costumbres de siempre? ¿Seremos todos más sensibles a los problemas de los demás, más atentos a las relaciones sociales, más cuidadosos con nuestros hábitos de sanidad y alimentación, más solidarios? Como educadores, ¿qué lecciones podemos extraer de la etapa tan extraña que hemos vivido? No es fácil adelantar respuestas ciertas a estas preguntas. Pero, en cualquier caso, estamos obligados a hacer previsiones y plantear algunas propuestas.

Para todos, equipos directivos, profesores, alumnos, familias, han sido unos meses de trabajo y actividad en condiciones que no han sido fáciles. Es necesario el descanso en estas vacaciones para que haya una recuperación personal y emocional de todos.

Los niños y jóvenes reiniciarán las actividades escolares presenciales posiblemente en septiembre. Va a pasar mucho tiempo sin volver a encontrarse en su ambiente habitual, con sus profesores, sus compañeros, sus amigos. Un período tan prolongado, va a dejar una huella entre los niños y adolescentes, y no solo en lo académico. En este sentido, parece acertado el criterio general de que la vuelta al colegio se haga de manera presencial, siempre que las condiciones sanitarias lo permitan. Tendremos que estar atentos y escuchar a nuestros alumnos y alumnas, favoreciendo que expresen ante sus compañeros y en conversaciones personales con sus tutores o con profesores de su confianza, cómo se sienten, qué han aprendido, qué consecuencias ha tenido en ellos esta larga ausencia.

Muy posiblemente algunos alumnos y alumnas habrán perdido a algún familiar o conocido próximo. Otra de las tareas que habrá que atender al comienzo será la de acompañar el duelo, con sensibilidad, delicadeza y sintonía con las familias. Es algo que podemos ir preparando desde ahora. Si siempre es una tarea importante, ahora va a ser más necesaria. Pero junto a este acompañamiento es importante transmitir a los alumnos una visión positiva de la vida. Presiento que el miedo va a estar presente, más o menos manifiesto, en las reacciones de nuestros niños y jóvenes. Es normal. Pero no podemos quedarnos ahí. Las precauciones sanitarias no deben arrastrarnos a fomentar una visión recelosa de la realidad y del contacto con los demás. Los procesos de duelo, junto con la formación sobre hábitos saludables de vida y de conducta, deben ir acompañados de una visión positiva de la realidad. Aquí creo que tendremos otra tarea importante que cuidar.

La educación presencial seguirá siendo indispensable, no solo para la adquisición de conocimientos y competencias, sino para aprendizajes que son difíciles de realizar a distancia, como la convivencia y otros valores sociales.

Se ha generalizado el teletrabajo y puede que a partir de ahora se acentúe una tendencia que ya estaba en marcha. También en el ámbito escolar hemos experimentado como nunca hasta ahora la «teledocencia», con sus enormes ventajas y posibilidades, pero también con sus inconvenientes y límites. Como en el caso general del teletrabajo, lo que ha sucedido se ha convertido en una buena experimentación de la que podremos sacar lecciones y consecuencias. Habrá que hacer una evaluación cuidadosa, sin apriorismos ni fanatismos. Se deberá prever, además, recursos materiales para todos (contenidos digitales y equipamiento) y una adecuada formación de profesores ¿y de familias? sobre esta cuestión. ¿Llegarán las ayudas de la administración a todos los centros? En cualquier caso, la educación presencial seguirá siendo indispensable, no solo para la adquisición de conocimientos y competencias, sino para aprendizajes que son difíciles de realizar a distancia, como la convivencia y otros valores sociales.

En último término, debemos tener presente que lo que ocurra en el mundo escolar no dependerá de una ley inexorable que nos conduce a unas determinadas consecuencias sino, sobre todo, del análisis que sepamos hacer, de la visión y comprensión de las situaciones, de nuestra voluntad y determinación. Los resultados no se los puede dejar al azar, para que los problemas se resuelvan por sí mismos o que otros decidan en nuestro lugar. Es responsabilidad de todos nosotros.

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