miércoles, mayo 1, 2024
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Populismo y otras tendencias

El populismo pregona que es partidario de los pobres y excluidos. Que reivindica sus aspiraciones de mejores días. Otras tendencias, en el pasado mediato e inmediato, también sostuvieron la misma versión. Pero, una vez que llegaron al Poder, hicieron poco, o nada, en esa dirección. Hasta se olvidaron de aquéllos. La historia política está plagada de estos hechos.
La pobreza siempre ha sido una bandera, tanto para derechistas cuanto para izquierdistas. Una excusa para asumir actitudes contrarias al sistema de libertades. Para implementar políticas de persecución o para acallar la voz del adversario en las mazmorras. Para echar fuera del país a los contestatarios. Para ahuyentar la inversión privada o para provocar la debacle nacional. Para dividir y reinar. Pero la pobreza continúa y continuará ensombreciendo el horizonte de quienes claman por un futuro llevadero.
La pobreza es un problema de larga data. La República de Bolivia, fundada en medio de acalorados debates, en 1825 surgió, desgraciadamente, con esa carga social. Y a más de 190 años de aquella significativa fecha, persiste como una rémora, en el camino trazado para alcanzar el desarrollo nacional.
Generaciones íntegras vivieron y murieron inmersas en esa realidad. En muchos casos sin haber asistido a las aulas escolares, a un centro médico o sin haber contado con servicios básicos. Ésta es la realidad de todos los tiempos. En un tema pendiente en la agenda de los gobiernos de turno. Ni dictadores ni demócratas ni militares ni civiles pudieron cambiar esa situación. Solo se escuchó buenas intenciones y cantos de sirena. Hubo programas de gobierno hábilmente hilvanados por los genios de la demagogia. Pero no conjugaron las palabras con la ejecución de proyectos que hubieran aportado a la construcción de un mundo mejor.
La pobreza no solo se concentra en ciudades, sino en provincias, en el campo y la mina, en regiones que constituyen el territorio nacional. Donde las familias de escasos recursos económicos conviven con las necesidades más elementales y apremiantes. Donde no ha llegado aún la vacuna que tanto se requiere.
Tuvimos gobiernos “bendecidos” con la bonanza económica que, en vez de tomar previsiones para casos de emergencia, como los del coronavirus, priorizaron la actividad política, con fines no transparentes ni edificantes. Posiblemente, pensando en perpetuarse en el Poder. No se dignaron a trabajar por el bienestar social, o sea la tranquilidad de los menos favorecidos, ni a reducir los índices de pobreza, que se elevaron mucho más como consecuencia de la pandemia de 2020.
Tampoco generaron empleo digno, seguro y permanente, para la gente joven, en particular. De ahí que ha crecido enormemente la informalidad en el país. Actividad que coadyuva, de una u otra manera, con el contrabando, que golpea terriblemente a la producción nacional.
En suma: los políticos que enarbolaron las banderas de la pobreza han fracasado, como siempre, en el afán de ofrecer el paraíso terrenal a los necesitados, que se han multiplicado por causa del virus chino.

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