domingo, junio 16, 2024
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En peligro de extinción

La pérdida de hábitat y el uso de pesticidas amenazan a las abejas

El 75 % de los alimentos que consume la humanidad están afectados de forma directa, o indirecta, por la producción apícola y su rol en la polinización. Qué recomiendan los expertos

Las abejas están amenazadas. Las tasas actuales de extinción de especies son entre 100 y 1.000 veces superiores a las normales debido al impacto de actividades humanas, alertó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Con el foco en reconocer el papel fundamental que pueden desempeñar los jóvenes a la hora de abordar los retos a los que se enfrentan las abejas y otros polinizadores, la FAO se centró en el lema: «Abeja comprometida con los jóvenes».

Ese lema destaca la importancia de involucrar a los jóvenes en los esfuerzos de apicultura y conservación de los polinizadores, y reconocerlos como los futuros guardianes del ambiente.

Las abejas ayudan a producir muchos de los alimentos que consumen los humanos, desde frutas y verduras hasta nueces e incluso queso. Cuando ellas polinizan las plantas en la naturaleza, también ayudan a producir las flores, frutas y semillas de las que muchos animales dependen para alimentarse.

«Las abejas cumplen un montón de funciones beneficiosas para el ambiente y los seres humanos, y generan gran variedad de productos, pero estas cuestiones son poco conocidas», señaló María Emilia Bravi, investigadora del Conicet en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata, a través de un comunicado.

Salvar a las abejas no solo es una cuestión de compromiso con la biodiversidad, su existencia también es clave para la humanidad. De acuerdo con la FAO, el 75 por ciento de los alimentos están afectados directa o indirectamente por la producción de abejas, fundamentalmente por la polinización, el proceso ecológico de fecundación de las plantas por la transferencia de granos de polen entre las partes masculina y femenina de las flores.

«Muchísimos cultivos aumentan su producción gracias a la polinización, y difícilmente las personas somos conscientes de eso y de lo mucho que bajarían los rendimientos si no existieran las abejas», señaló Bravi.

En tanto, el médico veterinario y becario del Conicet, Marcos Salina, comentó que las abejas tienen también impacto indirecto en otros productos, como la carne. A priori parecería que no tiene nada que ver, pero el pastizal del que se alimenta el ganado aumenta significativamente en cantidad y calidad nutricional cuando es polinizado por las abejas, y por ende tiene una implicancia en ese sector también.

Ya hay varias experiencias en marcha con el servicio de polinización. En la Argentina se desarrollan iniciativas en Mar del Plata o en el Alto Valle del río Negro. Esta acción consiste en contratar apicultores para el traslado e instalación de colmenas en zonas de cultivos puntuales durante una temporada. Así se logra una polinización natural. Por la logística que implica, el apicultor consigue un rendimiento económico que es mayor al de la producción de miel.

Sin embargo, la producción de miel sigue siendo aún predominante en la Argentina, con más de 3 millones y medio de colmenas y 15 mil productores registrados.

Se extraen unas 76 mil toneladas de miel por año, de las cuales aproximadamente el 95 por ciento se exporta, según datos oficiales, en los que también puede leerse que el país ocupa el segundo puesto como exportador mundial, detrás de China.

Las abejas enfrentan varias amenazas. Son múltiples los factores que impactan en ellas, pero «sin duda la degradación de los ambientes naturales es de los más importantes», afirman los expertos del Conicet.

Uno de los factores es la pérdida de diversidad floral, que lleva a un déficit en la disponibilidad de nutrientes para las abejas y una baja en el sistema inmune de la colmena que debilita su salud.

Otro factor es un ácaro llamado Varroa destructor, que afecta a las abejas en todos sus estadios, principalmente los de larva y pupa. Se trata de un ectoparásito, es decir un parásito externo, que se alimenta del cuerpo graso, un órgano que en los insectos cumple una función similar al hígado humano.

Ese parásito, a su vez, es vector de distintos virus, que son dañinos para las abejas. Uno de ellos es el virus de las alas deformadas, que atrofia y deforma esas extremidades; y el de la cría ensacada, que inhibe el desarrollo de las larvas y provoca su muerte «encerradas» en la muda, antes de pasar a pupa.

Qué se puede hacer para salvar a las abejas

Para ayudar a las poblaciones de abejas, la FAO recomendó a las personas:

plantar un conjunto diverso de plantas autóctonas, que florezcan en distintas épocas del año;

–        comprar miel cruda a los agricultores locales

–        comprar productos procedentes de prácticas agrícolas sostenibles

–        evitar pesticidas, fungicidas o herbicidas en los jardines;

–        proteger las colonias de abejas silvestres cuando sea posible

apadrinar una colmena

–        hacer una fuente de agua para abejas dejando un cuenco de agua fuera;

–        ayudar a mantener los ecosistemas forestales;

–        sensibilizar y compartir información en la comunidad y redes, ya que el declive de las abejas afecta a todos.

–        Los apicultores o agricultores también deberían reducir o cambiar el uso de pesticidas, diversificar los cultivos en la medida de lo posible, y/o plantar cultivos atractivos alrededor del campo, entre otras acciones. (Infobae)

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