Debido a que la producción de gas natural en nuestro país ha “tocado fondo”, Argentina y Brasil, países a los que vendíamos en el pasado este energético en grandes cantidades, se preparan para enfrentar dicho problema. En el primer caso, Argentina dejará de comprar gas boliviano y ha anunciado que será revertido el flujo del Gasoducto Norte. Es decir que el gas que va desde el norte de nuestro país hacia el sur argentino, lo hará de manera inversa, desde el yacimiento de Vaca Muerta. En el segundo caso, la explotación de gas natural en el presal brasileño, en aguas profundas del océano Atlántico, sirve para reemplazar gas boliviano. Asimismo, la reversión del Gasoducto Norte posibilitaría que el gas argentino llegue al Brasil, pensando inicialmente en usar gasoducto boliviano.
Pero sobre esta opción de alquilar tuberías para que el gas argentino llegue al Brasil, no se sabe si hay negociaciones avanzadas. Lo que sí ahora se conoce es que ahora Paraguay negocia para que Brasil y Argentina decidan pasar por su territorio para llevar gas desde el yacimiento argentino de Vaca Muerta al mercado brasileño, en vez de utilizar gasoducto boliviano. En Paraguay se evalúa la posibilidad de construir un gasoducto con esa finalidad, para que sea relegada la opción boliviana. Este gasoducto comenzaría en Salta, Argentina, atravesaría Paraguay y sería conectado con Gasbol en Brasil, haciendo uso de la infraestructura que existe y allanando obstáculos ambientales y geográficos.
Por otra parte, que la venta de gas natural al Brasil y la Argentina, principal fuente de ingresos para nuestro país, baje a niveles mínimos, oscurece el panorama económico nacional, debido a que desde el año 2006, cuando el MAS llega al poder, la tarea de hallar nuevos yacimientos gasíferos no ha tenido éxito. Y mientras en los dos países mencionados hay proyectos para dejar de comprar gas boliviano porque se agota, y se trata de reponer reservas de gas, en Bolivia solo proliferan anuncios aparatosos de inversiones para hallar nuevos yacimientos, pero en los hechos casi nada se ha avanzado.
Lo indudable es que las enormes cantidades de dinero que se recibía por la venta del gas al Brasil y la Argentina durante los gobiernos del MAS, han sido dilapidados, para satisfacer a sectores afines al masismo o en obras cuestionables, muchas incompletas o mal hechas que ahora están ahora en deterioro. Al respecto, en cuanto a inversiones, se sabe que US$ 960 millones ha costado la planta de Bulo Bulo, cuya producción es mínima, que US$ 700 millones se ha gastado para la separadora de gas a Yacuiba, US$ 250 millones para la planta de licuado de gas, etc., sin que hayan sido logradas las metas anunciadas que fueron objeto de intensa propaganda.
Por tal derroche masista de recursos provenientes del gas, se prevé que, dentro de pocos años, Bolivia se verá obligada a importar gas para el consumo doméstico y generar electricidad para la industria nacional.