domingo, mayo 19, 2024

Capital humano

Eric L. Cárdenas del Castillo

Sociólogos y filósofos políticos sostienen que el ser humano tiende a vivir en sociedad, para unos por ser de su naturaleza y para otros por necesidad. Los primeros le dan al individuo la característica de ser un ser social o que por instinto lo es, los de la otra corriente sostienen que el ser humano es un producto de la naturaleza, al igual que los otros seres vivos. Es uno de los más débiles, pues no está dotado de gran fuerza, de poderosas garras o colmillos capaces de triturar huesos, pero tiene la capacidad de razonar (aunque no siempre acertadamente), por lo que frente a otros depredadores su existencia ha sido vulnerable, y al demandar seguridad se asoció con otros individuos. Entonces, por necesidad ha organizado la sociedad.
Ambas teorías sostienen el carácter social del individuo, y en el decurso del desarrollo humano y social en miles de años, hemos llegado al tiempo que bien podemos denominarlo “cumbre de la humanidad”, por los adelantos científicos y tecnológicos con los que vivimos. Y si bien es cierto que todavía falta mucho para llegar a la sociedad perfecta, estamos avanzando a grandes pasos en el desarrollo social y humano, aunque, a su vez, somos el animal más depredador de la naturaleza, a tal grado que estamos poniendo en riesgo la vida misma en el planeta.
Las sociedades que más se han desarrollado socialmente, deben esta situación a la capacidad de acceder al conocimiento, y fruto de ello son las grandes obras, inventos, descubrimientos fruto del talento de individuos y su aporte a la sociedad. Aportes que han pasado a ser parte de la riqueza humana, que en algunos casos ha determinado ampliar el tiempo de vida de los individuos, como la “penicilina”, descubierta por Alexander Fleming y tantísimos otros, que hoy nos permiten vivir en una sociedad más próspera. Las sociedades humanas no son iguales, pues unas están en el llamado “mundo desarrollado o primer mundo” y otras, la mayoría, en sociedades en proceso de desarrollo.
Los individuos en la sociedad, con su trabajo en diversos campos del quehacer humano, son el “capital humano”, es decir la riqueza de la sociedad en talento y trabajo productivo, que hace que las sociedades, pervivan y sigan su curso de desarrollo, más aún en la actual “era del conocimiento”, donde se mide a las sociedades no tanto por los recursos naturales que posean, sino por el nivel de conocimientos de su población, de cuánto se sabe hacer y cuán bueno es su producto.
En los países de escaso desarrollo, las nuevas generaciones tienden a emigrar a otros países en búsca de mejores condiciones de vida, y se expulsa no solo mano de obra, sino talento formado, cuyo costo lo pagan todos con sus impuestos. Esos migrantes llevan sus conocimientos, costumbres y creencias, que aportan a su país de acogida. Si echamos una mirada en nuestra sociedad, casi en todas las familias han migrado hijos o nietos y según un cálculo a priori, deben haber abandonado el país unos cinco millones de individuos.
Lo lamentable, es que los migrantes suelen con el tiempo adoptar una nueva identidad nacional e integrarse de lleno en su nuevo país, de tal manera que el país de origen pierde valioso capital humano, tanto o más importante que el capital financiero, dejando para el recuerdo su origen. Para atender esta pérdida de recursos humanos, los administradores del Estado deberían establecer políticas de recuperación de connacionales que emigraron o evitar esta migración dando a la sociedad una situación de estabilidad y progreso, pero fundamentalmente certidumbre en un futuro próspero.
El régimen populista que nos gobierna ya diecisiete años, entre sus políticas ha establecido una suerte de exclusión de los grupos sociales no indígenas, con una especie de “racismo” a la inversa, donde los grupos excluidos de ayer, excluyen hoy, pues son los sectores sociales sindicalizados y afines al régimen, los que determinan el curso de las acciones de gobierno, que no siempre son las más acertadas. El discurso de la “descolonización” choca con el mundo globalizado actual, donde cada vez las distancias entre los pueblos son más cortas y las tecnologías de la información y comunicación nos permiten ser parte de este mundo, informarse y opinar es la hora presente.
Los discursos provocadores del vicepresidente Choquehuanca, contra los k’aras (no indígenas), a quienes los acusa de no saber lavarse la cara, de ser licenciados corruptos; su recomendación a los indígenas para que no vayan a las universidades etc., son la muestra de la política de exclusión de “los otros”, porque no son como nosotros. Hace unos días, el Ministro de Obras Públicas, acusó de “culitos blancos” a dirigentes cruceños que se reunieron para tratar sus demandas regionales, de donde se puede inferir que para los actuales “socialistas” criollos, ya no existen las clases expuestas por Marx y Engels, de burguesía y proletariado, sino de las sentaderas blancas o negras.
El capital humano, cualquiera sea el color de su piel, es un recurso fundamental para que una sociedad se desarrolle y salga de la pobreza, aportando con sus conocimientos y talento para que la patria prosiga su curso de crecimiento y alcance el desarrollo pleno que todos ansiamos.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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