martes, mayo 21, 2024
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Cómo disminuir la inflamación y el riesgo cardiometabólico en adolescentes obesos

Maria Fernanda Ziegler

Es una estrategia interdisciplinaria que se puso a prueba en la Universidad Federal de Sao Paulo (Brasil), y combina asesoría clínica, nutricional y psicológica y actividad física. El seguimiento alterna sesiones remotas y presenciales, lo que favorece la adhesión y reduce los costos del sistema de salud.

 

Tras un año de tratamiento multidisciplinario con asesoría clínica, nutricional y psicológica y ejercicios físicos, 22 adolescentes con obesidad no solamente perdieron peso, sino que también vieron disminuir en sus análisis de sangre la concentración de mediadores de inflamación y de enfermedades cardiovasculares. Estos dos logros se tradujeron en una reducción de la resistencia a la insulina (y, por ende, del riesgo de padecer diabetes) y de la grasa visceral, y en un mejor control del balance energético (la relación entre la ingesta y el gasto calórico), factores que promueven una mejoría global de la salud e impiden el “efecto yoyó” de las dietas.

Los resultados de esta investigación, financiada por la FAPESP, salieron publicados en el International Journal of Environmental Research and Public Health.

“En este estudio pusimos a prueba un nuevo modelo de tratamiento que no es tan intensivo como el original que adoptamos en trabajos anteriores del grupo y con probada eficacia”, comenta Ana Raimunda Dâmaso, docente de la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp), en Brasil. “Esto es importante, pues con menos frecuencia, el tratamiento gana en adhesión de los adolescentes y resulta más barata su implementación en el Sistema Único de Salud [el SUS, la red nacional de salud pública de Brasil]”, añade.

La diferencia entre el modelo intensivo y este nuevo que se propone en el artículo publicado reside en la disminución de la cantidad de consultas y seguimientos. Antes los adolescentes debían ir a la universidad tres veces por semana para practicar actividades físicas con la ayuda de un profesor, mientras que en el actual se los orientó a practicar los ejercicios en casa.

Las orientaciones nutricionales en grupo, que antes se impartían una vez por semana, se concretaron quincenalmente en el modelo semiintensivo. Y las orientaciones nutricionales individuales se dejaron de lado, como así también las reuniones mensuales con los padres u otros responsables.

Con relación al apoyo psicológico, el modelo intensivo preconizaba sesiones grupales e individuales, y cada modalidad una vez por semana. En tanto, en el semiintensivo se concretaron únicamente encuentros quincenales en grupo. La atención médica individual mensual se mantuvo.

Según la investigadora, aun con un programa más blando, se registró una mejoría significativa con relación a dos hormonas que secreta el tejido adiposo: la leptina (un factor clave en el control del equilibrio energético y de los procesos inflamatorios) y la adiponectina (con acción antiinflamatoria y que protege la función pancreática).

“Los adolescentes con obesidad grave generalmente exhiben estados de hiperleptinemia [la producción excesiva de leptina] y, al mismo tiempo, una merma en la secreción de adiponectina. Esta combinación acentúa el estado proinflamatorio y el riesgo cardiometabólico”, explica Dâmaso.

El tratamiento semiintensivo logró revertir ese cuadro. La prevalencia de adolescentes con hiperleptinemia cayó del 77,3 % al 36,4 %. En un estudio anterior del grupo, en el que se aplicó el modelo intensivo de terapia, la leptina de los adolescentes con obesidad había menguado del 75,0 % al 55,0 %.

 

“Por ende, con relación a la hiperleptinemia, los resultados fueron incluso mejores en el modelo semiintensivo”, afirma Dâmaso.

 

LA DISMINUCIÓN DEL RIESGO

La obesidad ha sido caracterizada por los expertos como una enfermedad inflamatoria crónica. Cuando empieza en la adolescencia, el impacto negativo en el transcurso de la vida es aún mayor, debido al hecho de que la inflamación constante actúa durante más tiempo en el organismo.

En el artículo, los investigadores remarcan que una de las implicaciones más preocupantes de la obesidad en la adolescencia es la asociación entre el exceso de tejido adiposo y el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares durante la propia adolescencia y en la edad adulta, lo que deteriora sustancialmente la calidad de vida de las personas.

“Cuanto más tiempo un individuo permanece con obesidad grave durante su vida, mayores son las probabilidades de una muerte prematura. Los adolescentes con obesidad extrema están con toda una máquina alterada y una de las principales herramientas para revertir ese cuadro, tal cual lo descubrimos, consiste en poner a funcionar nuevamente a la leptina”, subraya Dâmaso en declaraciones concedidas a Agencia FAPESP.

Y la investigadora añade: “Es preciso desinflamar todo el sistema, disminuir los estados de hiperleptinemia y el colesterol, mejorar la presión arterial, disminuir la resistencia a la insulina para evitar la diabetes y reducir la grasa visceral, además de otros biomarcadores de inflamación, para evitar el riesgo cardiometabólico. El control de la obesidad en los adolescentes puede también mejorar la apnea del sueño y controlar trastornos de la conducta como la ansiedad, la depresión y la bulimia, tal como lo observamos previamente en otros estudios”.

Trabajos anteriores demostraron que una alta concentración de leptina en la obesidad está asociada al aumento de los riesgos cardiovasculares, a trastornos conductuales relacionados con la ingesta de alimentos, a la inflamación y a alteraciones en la regulación neuroendócrina del balance energético, con el consiguiente detrimento de la pérdida de peso corporal.

“Entre los adolescentes que participaron en este estudio, el 77,3 % presentaba hiperlipidemia [altos niveles de grasa en la sangre]. Por ende, esos chicos ya tenían alteraciones metabólicas y proinflamatorias instaladas. Logramos revertirlas y llevar el balance energético a una condición de normalidad”, comenta Deborah Cristina Landi Masquio, investigadora del Grupo de Estudios de la Obesidad (GEO) de la Unifesp. Este trabajo es fruto de su tesis doctoral.

“El equilibrio entre los niveles de leptina y de adiponectina reduce el proceso inflamatorio característico de la obesidad y disminuye el riesgo de padecer diversas enfermedades relacionadas con la obesidad. Todo esto está relacionado con la disminución de la resistencia a la insulina. En el estudio, el 81,8 % de los adolescentes tenía resistencia insulínica. Al final del tratamiento, dicho índice disminuyó al 50 %”, celebra.

Los resultados mostraron también una disminución de dos biomarcadores de riesgo cardiovascular importantes (PAI-1 y ICAM). El PAI-1 es considerado un importante inhibidor del sistema fibrinolítico, por lo tanto, su concentración elevada puede derivar en un estado protrombótico que contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. En tanto, el biomarcador ICAM-1 es una glucoproteína asociada al proceso de aterosclerosis. “En adolescentes con diabetes, los niveles de PAI-1 están correlacionados con el aumento de la glucemia, de los triglicéridos, del colesterol total y del espesor de la arteria carótida”, dice Dâmaso.

La intervención interdisciplinaria generó un achicamiento de la circunferencia de la cintura y una disminución de la grasa visceral de los adolescentes. “Es un desenlace importante, pues la adiposidad abdominal está íntimamente relacionada con las comorbilidades de la obesidad, tales como las alteraciones metabólicas y la inflamación”, afirma Dâmaso… (Agencia FAPESP).

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