domingo, mayo 12, 2024
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La pulseta de siempre

Severo Cruz Selaez

No podemos seguir inmersos en la pulseta política entre quienes aman Bolivia y quienes la odian. Es un resabio de la República y se manifiesta, increíblemente, en un Estado Plurinacional, que fue instituido con “bombos y platillos”. Donde debería haber, supuestamente, grandes y novedosos cambios. Pero no hubo tales cambios, ni de mentalidad y menos de actitud.
Los que aman Bolivia, redoblaron esfuerzos, en el agro, en la ciudad y la mina, priorizando, básicamente, su bienestar y futuro. Lo hicieron con vocación de servicio a ella, sin mezquindad y resguardando la paz social, productiva. Sin prestar atención a cantos de sirena. Sin dar crédito a las peroratas de quienes creen ser los “enviados”. Quienes aman a la Patria se dedicaron a reactivar la economía, a crear empleos, a inyectar divisas al erario nacional, promoviendo la exportación de nuestras materias primas. Lo hicieron cuando la producción de gas, la “gallina de los huevos de oro”, tocaba fondo. Hecho que reduciría los ingresos nacionales, con la consiguiente crisis económica. Y cuando aún es incierta la suerte del litio. Pero el 50%, de las exportaciones nacionales, que alcanzaron a 10.125 millones de dólares, a noviembre de 2023, corresponde a la venta de minerales, liderada por el oro y seguido por el zinc. “El valor económico total de exportación de nuestros minerales es de 5.601 millones de dólares”, informaron las autoridades del sector (*).
Los que odiaron Bolivia siempre han sido los angurrientos del Poder. No sólo en dictadura, sino en democracia. Los que pusieron piedras, en el camino del progreso. Los que emitieron señales contra el Coloso del Norte, en connivencia con los regímenes dictatoriales de la región. Ellos son los “enviados”, no para construir, sino para destruir. Para alentar el regionalismo, entre oriente y occidente. Para enemistar a pobres con ricos, con un discurso populista. Son aquellos que estuvieron acostumbrados a succionar los recursos fiscales. Que hicieron de la praxis política, un modo de vida. Los tránsfugas, para ser más precisos, que manejaron a su libre albedrío la suerte del país. Y difundieron arengas demagógicas, relativas al coloniaje ibérico, a la desigualdad social, fustigando a los ricos. Intentaron cambiar el nombre de la plaza Murillo o atentaron contra el monumento a Colón en la avenida 16 de Julio. Populistas identificados con los mensajes de los dictadores bolivarianos, de los que alientan el socialismo Siglo XXI. Éstos fueron quienes empujaron a los bolivianos, al despeñadero del fracaso y la miseria, pese que hubo una bonanza económica, en el pasado mediato, como resultado del auge del gas.
En suma: los que aman Bolivia trabajan y construyen, por el bien común.

(*) “El 50% de exportaciones corresponden a minerales”. EL DIARIO, 3 de febrero de 2024.

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