sábado, mayo 4, 2024
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La “diplomacia” boliviana ante Milei

Cansado del circo de la política doméstica, ahora vuelco mi mirada a las relaciones internacionales, cuyo manejo, para mi gusto, es contrario a todo buen principio político. Nuestra política internacional huele a decadencia, más allá de los esfuerzos diplomáticos para mejorar las relaciones entre los estados. De aquí en adelante todo es cuestión de tiempo y de una fina diplomacia con Argentina y no es menos importante que la seguridad de Bolivia. La vida política misma del presidente Luis Arce depende de su adaptación y conformidad con el sistema internacional. Qué paradigma, pero Bolivia tiene que conformarse ante la necesidad, pues siendo pragmático hay que ganar la buena voluntad de los amigos y enemigos más allá de nuestras fronteras. En un mundo arbitrario y, por lo tanto, inseguro.

Después del triunfo de Javier Milei en la Argentina, Latinoamérica desea atreverse a pensar por sí sola. Mientras mayores sean las agresiones de la dictadura, más ardiente es la llama de la liberación, por eso le aconsejo al presidente Arce, mostrar buen criterio diplomático en sus comentarios públicos, previendo, espero acertadamente, las contingencias futuras y las relaciones sobre todo comerciales y migratorias entre los dos países. Porque siempre en política internacional, los acontecimientos que no pueden ser evitados, deben ser encauzados. En política exterior hay que seguir el camino conveniente. La diplomacia y la política militar se hallan unidas intrínsecamente.

Por su posición geográfica, Bolivia debiera tener el papel de guardián de la paz política, militar y social de Sudamérica, pero el ex presidente Evo Morales, lo embrolla todo, lo ensucia todo. A pesar de esta mancha negra en la historia nacional, Bolivia tiene todavía una gran fuerza moral, en el contexto internacional. No perdamos ese prestigio por las movidas políticas de este personaje, a quien solo le importa retomar el poder a cualquier costo. Tenemos que ser más realistas en cuidar la relación entre Bolivia y Argentina, que será de una constante tensión, porque tenemos muchos problemas comunes entre ambos países, (narcotráfico, contrabando, trata y tráfico de personas, migración y balanza de pagos). En pocas palabras, es necesario aplicar la Real politik.

Hay que tratar a Argentina, con guante blanco, para lograr su cooperación y no ganar su enemistad. En política exterior, presidente Arce, su corazón debe estar alejado de los apasionamientos ideológicos. Bolivia debe ser ejemplo de orden, paz y tranquilidad y esto no es precisamente lo que mostramos al mundo, sino que mostramos un país en llamas, incendiado, donde no hay respeto a la democracia ni las instituciones, un país coludido con el narcotráfico y el crimen organizado internacional, donde la trata y tráfico de personas y órganos es un problema invisible para nuestras autoridades nacionales. Con ellos todo es totalmente ambiguo.

Existe una interrelación entre Bolivia y Argentina, mediante embajadas, asuntos consulares y migratorios, por lo que se requiere una sana coordinación en materia de política interior y exterior. Cuando el Kirchnerismo dominaba el poder en la Argentina, la relación más que amistosa fue de interés mutuo y económico, entre los dos países. Por un lado, Argentina inundaba nuestros mercados con sus productos y el producto estrella de Bolivia, la “merca”, salía de los puertos argentinos a Europa con intensidad. Exportábamos gas a la Argentina, hasta que ellos nos absorbieron hasta la última molécula de gas y descubrieron “Vaca muerta” y curiosamente nos dijeron que ya no necesitaban de nuestro gas boliviano. Bueno, ahí podemos ver que más prima el interés económico, que la pregonada Diplomacia de los pueblos, matizada por el Estado Plurinacional, que terminará en tragedia.

Pero ahora es una buena oportunidad para que la diplomacia sea el instrumento para el arreglo de las diferencias de visión de país, con el nuevo Gobierno argentino encabezado por Javier Milei. Espero que la diplomacia sirva para que Argentina cumpla con los contratos de exportación de bananos hacia ese vecino país, por algo en el resto del mundo nos dicen “países bananeros”, qué ironía. Pero más allá de todo esto, los problemas más profundos que tienen estos dos países vecinos no son territoriales, sino económicos y morales (narcotráfico, contrabando). La configuración del futuro dependerá en última instancia de las convicciones y de si hay química o no entre ambos presidentes, que trascienden en mucho el equilibrio de poderes, en especial la balanza de pagos y el comercio.

En el futuro hay un elemento articulador y de ventaja mutua para ambas naciones, que es el litio, nosotros con las mayores reservas en la región y ellos con reservas importantes, al igual que Chile. ¿El triángulo del litio será una realidad?, solo el tiempo lo dirá. El único entusiasmado con el cambio de política en la Argentina es el multimillonario Elon Musk, quien pretende también un viraje en la política boliviana. Nuestro oro blanco interesa al mundo, a multimillonarios, a potencias como China, Rusia, EEUU y la Unión Europea. En el fondo esta pugna por quien gana la presidencia en países de Latinoamérica, es una lucha entre BRICS y OTAN. La seguridad del orden internacional está en peligro, pero al mismo tiempo en el balance de las fuerzas y su expresión, el equilibrio, ahora esta guerra fría está desequilibrando nuestras democracias latinoamericanas. Quieren nuestros recursos naturales.

La diplomacia entre Bolivia y la Argentina en el futuro, puede lograr mucho mediante la evaluación correcta de los factores y actores internacionales y su hábil utilización. La estabilidad en las relaciones diplomáticas entre estos dos países depende exclusivamente de la ausencia de diferencias ideológicas. Milei como libertario comerciará con todo el mundo, Bolivia no será la excepción, fortalezcamos nuestras relaciones comerciales, es la única manera de liberar las fuerzas de la economía, esclavizadas tanto tiempo por el estatismo estéril y corrupto.

 

Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.

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