domingo, mayo 19, 2024
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Restricciones a la libertad de prensa

Cada cierto tiempo organismos internacionales que agrupan a medios de comunicación hacen conocer análisis sobre las condiciones en las que se desenvuelve la actividad periodística en varios países, particularmente en aquellos en los que no se observa ejercicio democrático.
Al respecto, según reciente evaluación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el promedio de libertad de prensa en Latinoamérica llegó a su nivel más bajo, principalmente por amenazas a la seguridad de periodistas. Tales intimidaciones ocasionan autocensura, la cual daña la democracia y priva a los ciudadanos de su derecho a expresarse con libertad. Por otra parte, las entidades gubernamentales usan a su antojo la ley para discriminar y limitar el trabajo de la prensa.
Llama la atención que, a Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde no hay libertades, ahora se suman Honduras, El Salvador, Guatemala y Bolivia en la lista de países “con alta restricción a la libertad de prensa”. De acuerdo con la SIP, en nuestro país “persisten los embates gubernamentales contra el periodismo independiente”, mediante acoso tributario, sanciones económicas y judiciales, así como amedrentamientos a entidades que desean colocar anuncios en medios independientes. No han faltado las agresiones callejeras a periodistas por parte de seguidores del partido en función de gobierno. También se menciona proyectos de orden legislativo para lograr que sea “legal” la represión a la prensa.
En nuestro medio, la mayor prueba de todo ello es la desaparición de varios medios independientes, por lo que ahora quedan pocos que con dignidad van enfrentando las arremetidas de todo orden que se encaminan a limitar su labor de servicio público. Considerar que esa desaparición de medios se debió solo a que el Estado dejó de favorecerles con avisaje, por lo mencionado anteriormente sería simplificar el problema.
Al parecer, los gobiernos populistas no toman en cuenta que, si obraran correctamente y recurrieran a los más capacitados para administrar los asuntos públicos, se ahorrarían muchos conflictos y dejarían de culpar a la prensa por supuestas tergiversaciones en materia de información, lo cual es desmentido por la realidad que vive a diario el ciudadano común.
En nuestro medio, después de más de 15 años de un régimen populista, es grande la cantidad de casos de corrupción, mala gestión de autoridades de tendencia oficialista, dilapidación de recursos económicos, avasallamientos a parques nacionales, casos de narcotráfico en los que resultaron involucrados hasta jefes policiales, etc., etc.
Si toda la prensa estuviera alineada con el oficialismo, como es su sueño, seguramente estos casos no hubieran sido ni conocidos ni objeto de seguimiento. Pero en democracia, la relación entre el Estado y la prensa no tiene que ser siempre una taza de leche. Solo velando para que cada gobierno no incurra en corrupción, nepotismo, mala gestión, manipulación de normas o derroche de recursos, entre otros males, se podrá aportar a contar con regímenes intachables, con una sociedad informada plenamente y un sistema democrático más vigoroso.

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