domingo, mayo 19, 2024
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Bolivia, mendigo en silla de oro

Durante recientes días, la ciudad de La Paz ha sido dramático escenario de la presencia combativa de una enorme multitud de trabajadores mineros dedicados a la explotación de yacimientos auríferos sedimentarios que existen en los valles y estribaciones cordilleranas tropicales del Departamento de La Paz. Ese hecho ha revelado la realidad histórica, económica y política de Bolivia, a la que ha llegado como resultado de utópicos experimentos económicos de extrema izquierda, como si el país fuese el tubo de ensayo para fenómenos de la más variada naturaleza.
Pero, al margen de tal apreciación periodística, se pudo observar otros aspectos impresionantes debajo de esa movilización minera, que saltan a la vista rápidamente. Según comentaristas cotidianos, la multitud que paralizó la vida económica de La Paz, estuvo compuesta por ocho o diez mil trabajadores que abandonaron los lugares de los que sacan oro a diario, particularmente dragando ríos y contaminándolos por el uso de mercurio, inclusive en domingos y feriados.
Ahora bien, supongamos que cada minero cooperativista extrae cada día, como promedio, un gramo de oro, lo que significaría que 20 mil mineros obtienen al día 20 mil granos de oro, lo que equivaldría a 600 mil gramos de oro al mes. Por tanto, unos 20 mil cooperativistas mineros obtienen una enorme cantidad de gramos de oro al año. Pero, vayamos al caso de reducir esos números a la mitad. Entonces, igualmente, de los yacimientos auríferos que explotan las corporaciones mineras se extraería una gran cantidad de kilos de oro anualmente.
Después de un recuento elemental cabe preguntar: ¿A quién beneficia esa extracción de oro?, ¿Cuánta ganancia queda en el país?, ¿Esos mineros auríferos pagan impuestos en la cantidad que corresponde?, ¿En qué estado queda el medio ambiente?, ¿Quién es el culpable de la contaminación?, ¿Se debería nacionalizar la explotación del oro?
En tal sentido, Bolivia ha sido convertida de nuevo en país colonial minero. Vendrá todavía la explotación de litio, además de estaño, tierras raras, plata y otros, como es la tradición de la minería colonial que solo exporta riquezas, sin mayores beneficios para las arcas nacionales. Entretanto, Bolivia está en máximo grado de pobreza y el Banco Central no tiene dólares suficientes para atender apremiantes necesidades de la población.
Por todo ello, a pesar de que Bolivia es un país rico en recursos naturales, no los aprovecha debidamente para darles valor agregado y hasta ahora se limita a la explotación primitiva, particularmente por parte de sectores sociales que, por ser afines al gobierno actual, creen tener “derecho” a esa explotación despiadada, ingresando inclusive a reservas naturales, para obtener jugosas ganancias.

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