domingo, mayo 19, 2024
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Bolivia en llamas por manos criminales

En el territorio boliviano surgieron intensos incendios en varias regiones. El fuego arrasó millones de hectáreas de tierras con cultivos, bosques, campos de pastoreo, parques forestales, pajonales. Víctimas de este desastre son particularmente poblaciones de Santa Cruz, norte de La Paz y Cochabamba. No se salvan de esa tragedia Tarija, Chuquisaca y Pando.

Las denuncias sobre quemas de vegetación por la mano del hombre no son nuevas, ya que en los últimos años se reproducen con más voracidad e intensidad, a vista y paciencia de autoridades y a pesar de advertencias de diversas instituciones sobre las consecuencias de ese problema ambiental. Al respecto, es cierto que algunos de esos pavorosos incendios se originan en forma natural, por el cambio climático que implica sequedad e intenso calor. Pero no han faltado las acusaciones sobre que personas con instinto criminal prenden fuego a la vegetación para satisfacer intereses privados o de grupos con influencia política.

Varias de esas quemas de bosques se originarían por instigación de quienes desean conseguir más terrenos para extender cultivos, como de soya, con la ilusión de que el gobierno les compre ese producto para producir etanol y mezclarlo con gasolina. Por ese afán, algunos terratenientes quieren muchas más hectáreas para cultivar ese grano. Otros tratan de conseguir terrenos para cultivos ilícitos, como coca excedentaria.

Hasta hace poco, el norte de La Paz ha estado entre las regiones más afectadas por los incendios. El fuego intenso se produjo en Teoponte, Guanay, Mapiri, Palos Blancos, Caranavi y San Buenaventura. En Guanay por ese fenómeno fueron destruidas plantaciones de cítricos, mientras que, en San Buenaventura, el incendio forestal casi llega al pueblo, cuyos habitantes fueron agobiados por una intensa humareda, motivo por el cual fueron suspendidas las clases y se declaró desastre municipal.

En la mayoría de los casos de incendio en territorio nacional, se descubrió que fueron iniciados por individuos irresponsables, llevados por el afán de obtener beneficios de cualquier manera, sin pensar en el bienestar general. Lo lamentable es que pocos de tales sujetos han sido sancionados con la rigurosidad que corresponde por atentar contra el medio ambiente. Tales siniestros, además, dejaron ver la precariedad de los organismos encargados de combatirlos, por lo que la respuesta ha sido morosa y hasta ahora se depende en gran medida de la llegada de la temporada de lluvias.

El chaqueo de bosques, pastizales, etc. sería, en esa forma, más un delito consciente e irracional, ante el cual instituciones estatales de control se muestran indiferentes. En consecuencia, cada año continúan las quemas indiscriminadas, cada vez en mayor número de zonas, hasta en parques nacionales y, en algunos casos, sin pensar en la seguridad de parcelas, viviendas y habitantes de poblaciones próximas.

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