viernes, mayo 3, 2024
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Corrupción socava confianza de población en clase política

A veinte años de la denominada “Guerra del Gas”, la diputada por la alianza Comunidad Ciudadana (CC), Alejandra Camargo, afirmó que los problemas sistémicos y estructurales que desencadenaron en los conflictos de 2003, aún persisten en la clase política y los partidos, mismos que han derivado en un ciclo continuo de conflictos hasta la fecha.
Desde sus redes sociales, las Asambleísta nacional representante de Cochabamba, sostuvo que el vigésimo aniversario de la Guerra del Gas en Bolivia se trata de un doloroso recordatorio, de un acontecimiento que marcó un punto de inflexión en la historia del país, mismo que continúa influyendo en la actualidad.
“La Guerra del Gas, que comenzó en septiembre de 2003 en respuesta a la privatización de los recursos naturales, se convirtió en un símbolo de la lucha de los bolivianos por la justicia y la soberanía sobre sus propios recursos”, expresó.
En criterio de Camargo, este evento no solo desencadenó una serie de protestas y disturbios a nivel nacional, sino que también fue fundamental para la construcción del país que hoy es Bolivia.
Los bolivianos se unieron en una causa común: la defensa de sus recursos naturales y la demanda de un gobierno más inclusivo y representativo. El entonces líder sindical, Evo Morales, emergió como un protagonista político que finalmente sería catapultado a la presidencia en 2006 por este acontecimiento, marcando así el inicio de una nueva era en la política boliviana.
“Es desgarrador constatar que, a pesar de las promesas del ‘proceso de cambio’ y la esperanza que los bolivianos depositaron en la elección de Morales, Bolivia sigue padeciendo problemas sistémicos y estructurales que fueron factores que desencadenaron la Guerra del Gas en 2003: La corrupción, el caudillismo, el prebendalismo, la instrumentalización del Estado y sus órganos, la desinstitucionalización aún persisten en la clase política y los partidos, lo que ha llevado a un ciclo continuo de conflictos, crisis, tensión y descontento”, aseveró.
En ese sentido, afirmó que la corrupción sigue siendo una mancha en el sistema político boliviano, misma que socava la confianza pública y obstaculiza el desarrollo sostenible del país.
Por otra parte, el caudillismo político ha llevado a la concentración de poder en manos de unos pocos, en lugar de promover una verdadera representación y participación democrática. Además, el prebendalismo, que implica la distribución de favores y recursos públicos a cambio de apoyo partidario, continúa siendo una “vergonzosa” práctica común.
Camargo apuntó que para el avance del país hacia un futuro más prometedor, es esencial abordar estas cuestiones pendientes y la memoria de la Guerra del Gas debe ser un recordatorio constante de la importancia de la justicia social, la transparencia y la participación ciudadana en la construcción de un país más equitativo y democrático.
“A pesar de los avances y los cambios en la política boliviana desde 2003, la persistencia de estos problemas subraya la necesidad de una reforma profunda y sostenible en el sistema político y económico del país”, concluyó.

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