lunes, mayo 20, 2024
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Mayor fabricación de armas, más inconsciencia humana

Pasa el tiempo y es mayor el crecimiento de la inconsciencia del ser humano, hay ambición y egoísmo en las personas y queda poco o nada de caridad y amor entre los hombres en pro de conseguir paz y concordia que aseguren la vida y subsistencia. Son mayores los sentimientos negativos por la familia y decrecen las convicciones de solidaridad y responsabilidad. La irracionalidad es ahora característica de este tiempo, cuyo alcance tiene dimensiones muy peligrosas. Importa poco que disminuyan los caudales de bienes alimenticios y mejores condiciones de vida, se reduce la capacidad del planeta para producir más y de mejor calidad. Se tiene probado que nuestra capacidad para mejorar y producir decrece peligrosamente, conduciéndonos hacia precipicios de frialdad, donde tengan mayor importancia los valores materiales, que los morales y del espíritu.
Conforme pasa el tiempo, el endurecimiento del corazón humano adquiere dimensiones jamás vistas. Hasta hace poco se esperaba la llegada del tiempo de recuperar valores y sentimientos por la vida que nos legaron quienes en años pasados habían conseguido situaciones de avenimiento permanente entre quienes convivían en un mismo planeta, compartiendo todo lo que se necesitaba para unir más a la humanidad. Ahora no se entiende que no caben disensiones entre quienes habitan el hogar común.
Es importante que la conciencia tome lugar en la vida del ser humano, abandonando una especie de vocación por la guerra y el enfrentamiento que solo disminuyen vidas y ponen en peligro a la humanidad. Por ello mucho se habló de guerras y fabricación de armamento que solo sirve para causar más daño y muerte. No debería ser así, porque implica que hay propensión a destruir lo mejor de la creación de Dios, que es el ser humano, que siempre vive pendiente de mejorar su vida, sus cualidades humanas y todo lo que lo hace más hermano entre todos.
Corresponde que organizaciones internacionales e instituciones religiosas dedicadas al espíritu –iglesias especialmente– retomen todo lo que sirva al ser humano, porque si no se adopta nuevas normas de vida, no será posible unificar a la humanidad, en pos de mejores situaciones de vida.

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