domingo, abril 28, 2024
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El derecho a disentir

La libertad de expresión y opinión fue consagrada hace más o menos 75 años, por un organismo internacional. “Este derecho incluye el de no ser molestado por causa de sus opiniones” (1), subraya.
El derecho a disentir está protegido universalmente. Nadie está obligado a pensar como lo hace un determinado régimen gubernamental. O un supuesto “enviado”, sea cual fuere su origen social, su creencia religiosa o tendencia político – ideológica. Cada persona tiene un mundo ilimitado e irrestricto para difundir sus ideas e ideales por el bien común. Tuvimos en el pasado voces autorizadas que asumieron ese papel, sin temor, en la arena de las lides políticas. Que hicieron trastabillar a los más ignominiosos, que decían conducir la nave del Estado por mandato del pueblo.
Toda persona, hombre o mujer, rica o pobre, tiene la libertad de pensar diferente, de expresar lo que cree conveniente, de ponderar los aciertos y condenar los desaciertos. Nadie está facultado para restringir, impedir ni silenciar, más aún en una democracia, que simboliza pluralismo político, tolerancia sindical, libertad de expresión y respeto a los derechos humanos. Aspectos esenciales que garantizan la convivencia civilizada.
Pero la intolerancia política no coincide con esa decisión de interés común, ni la resguarda. Ciertos radicales han incurrido, recientemente, en abusos, como agresiones verbales, físicas, y en expulsión de quienes pensaban diferente, de las tierras donde vivían y el despojo de todos sus derechos, en el agro occidental boliviano (2). Hechos que fueron repudiados dentro y fuera del país. Es que no se justifican esos desmanes en contra de la libertad de expresión y opinión.
Solamente en los sistemas autoritarios se ha conminado a la población, a pensar como lo hace el jerarca de turno. A asimilar algunas arengas que pronuncian los siniestros dictadores. A someterse a sus oscuros y tenebrosos designios. Para ese propósito controlaron a la ciudadanía, mediante esbirros diseminados estratégicamente. Éstos que viven a costa del erario público, en desmedro de las personas necesitadas.
Quienes divergieron con los omnipotentes, siempre vivieron sobre ascuas. Fueron objeto de persecución, encarcelamiento y ostracismo. Murieron proscritos, desterrados o asesinados, por quienes creían ser dueños de la vida humana. Pero lo que dejaron aquellos, se constituyó en aliciente para la gente nueva. En valiosas enseñanzas que templaron el coraje de lucha, por la libertad de expresión y opinión. Mientras tanto los oportunistas, vividores y calculadores, peleaban entre ellos, para hacerse del Poder y medrar, como siempre, del Tesoro General.
En suma: a estas alturas de la historia se impone recuperar la libertad de expresión y opinión, quebrantada, hoy como ayer, por intereses mezquinos, acá y más allá de nuestras fronteras.

NOTAS
(1) “Declaración Universal de Derechos del Hombre”. Aprobada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Art. 19.
(2) “Expulsada de su tierra, despojada de todos sus derechos y sin que nadie que la defienda”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 6 de marzo de 2023.

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