jueves, mayo 16, 2024
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Suicidio, la verdadera pandemia del Siglo XXI

Según la OMS, 10,2 millones de personas en todo el mundo realizan algún tipo de conducta suicida, y cada 40 segundos alguien cumple este propósito. Estas cifras estremecedoras tienen que llevarnos a la reflexión sobre el rumbo que está tomando nuestra sociedad: cada vez más individualista y solitaria.
Existen varias definiciones sobre el suicidio, siendo la más universal la de la OMS, desglosándola de la siguiente manera: Acto suicida es un hecho por el cual un sujeto se causa a sí mismo una lesión, independientemente de su intención y del conocimiento de sus motivos. Suicidio: muerte que resulta de un acto suicida. Intento de suicidio: acto suicida cuyo resultado no fue la muerte.
Muy aparte de todas las definiciones que existen sobre el tema, mi propósito en este pequeño escrito es el de mirar un poco más la parte humana de esta problemática, ya que los estudios sociológicos, médicos, etc., lastimosamente, solo tratan de explicar esta problemática desde un punto de vista científico, apartándose de los sentimientos y aflicciones que pueden llegar a tener las personas con conducta suicida.
La soledad es una de las principales causas que llevan al acto suicida, o al suicidio mismo, siendo la etapa de la adolescencia y juventud la más propensa a sentir los efectos de la soledad. Vivimos en una sociedad donde se minimiza los logros obtenidos por los jóvenes; una buena calificación en el reporte escolar o salir del colegio son vistos como meros tramites sin importancia por parte del grupo social más cercano, minimizando sus esfuerzos y agrandando sus obligaciones en pos de una vida exitosa.

Steve Hanks (acuarelista y poeta reconocido a nivel mundial), menciona que, “la felicidad es encontrada a lo largo del camino, no al final de él”; no obstante, para muchas personas, resulta muy difícil encontrar la tan esquiva felicidad, o por lo menos mirarla desde el punto de vista de Hanks, pues el corazón humano, al ser tan complejo e incomprensible, muchas veces no llega a llenar el hueco abrumador que deja la soledad. Es fácil condenar y renegar de las personas que, o se han suicidado, o lo han intentado, pero la angustia y tristeza que encierran estas debe ser respetada; no solo eso, además se debe tratar de entenderla. Muchos jóvenes desarrollan una angustia profunda, que no siempre puede ser explicada. Algunos teólogos o religiosos, de seguro, tratarán de explicar esta problemática con la falta de Dios; los psiquiatras lo atribuirán a sintomatologías maniaco depresivas, y a otras afecciones… y así, cada rama de las ciencias buscará una respuesta adecuada a su campo de experticia. Lo cierto es que, en varios casos, el suicidio o la conducta suicida, no tiene respuesta, o por lo menos no la hemos encontrado; solo sucede, y, en numerosas ocasiones, no se sabe el porqué.
La angustia y la soledad no se las debe ver como algo malo, sino más bien como una oportunidad, un cimiento para la construcción del diálogo, del amor, de la felicidad. A pesar de esto se debe admitir que muchas veces uno se siente frustrado al ver a jóvenes en la plenitud de su vida, sin ganas de vivir y optando por quitarse la vida. Si es que se diera este caso, nuestra posición nunca debe ser la de juzgar ni reprochar, solo la de amar, puesto que considero firmemente que el amor es el antídoto por excelencia contra la soledad, y por ende para el suicidio.
Si te sientes solo, desesperado, angustiado y sin fuerzas para seguir, no te desanimes; habla con alguien, busca en lo más hondo de ti y encontraras que la soledad es solo el inicio para sacar a flote todas tus potencialidades.

El autor es Teólogo y Bloguero.

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