jueves, mayo 16, 2024
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Un país inviable

“Bolivia es un país inviable”, sostuvo, en los años 80 del siglo pasado, un prominente político. De inmediato sus adversarios lo difamaron y descalificaron. “Tales expresiones traducen la mentalidad propia de la oligarquía, que ve con ojos extranjeros”, señalaron. “La lucha armada sigue siendo la gran opción para el pueblo boliviano, para que pueda acceder al Poder”, manifestaron, rasgándose las vestiduras. “Es preciso el cambio de las estructuras políticas, económicas y sociales”, apuntaron. Y dijeron otras sandeces que no es necesario mencionarlas.
Pero, con el transcurso de los años, parece que se ratifican esas afirmaciones, tan controvertidas en su momento. Inviable, por supuesto que sí, por los conflictos internos que se desatan, periódicamente, perturbando la convivencia pacífica, generadora de prosperidad. Empañando la imagen de Bolivia en el contexto internacional. Si no son los paros, son las persecuciones; si no son los bloqueos, son los encarcelamientos, el pan nuestro de cada día. Son las rémoras que interceptan el avance del país, hacia un futuro mejor. Que promueven la división nacional y restan el esfuerzo por el bien común. Esa es la triste realidad.
Acabamos de ingresar a una gestión conflictiva. “Nuestra preocupación para el 2023, pues señala que será un año de problemas e incertidumbre”, reiteró el presidente de la Cámara de Exportadores de Bolivia (CANEB), Danilo Velasco (1). “El año 2023 será más duro que el 2022, por el contexto internacional de una inestabilidad aún latente en los diferentes mercados internacionales…”, alegó el presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero (2).
La detención del gobernador del departamento Santa Cruz, el Día de los Santos Inocentes, a fines de diciembre pasado, puso la nota del disentimiento. El tema continuará, posiblemente, en debate, durante el 2023, en la opinión pública.
En consecuencia, se debería evitar que los problemas se agudicen, en aras de la tranquilidad y la paz social. Aquellos frenan, quiérase o no, el desarrollo, con un venidero mejor, que tanto anhela el país. Hagamos posible, en unidad nacional, la concreción del bienestar social, con empleo digno y seguro, que ni en los tiempos de bonanza económica se pudo lograr.
Muchos economistas creen que “para ser patriota, hay que ser marxista” (3). Pero pensamos que lo fundamental radica en poseer, indudablemente, una elevada sensibilidad social y despojarse, básicamente, de intereses mezquinos. Así se podría reafirmar la vocación de servicio a la Patria y a los más desposeídos, que, ahora más que nunca, engrosan masivamente la actividad informal. No es necesario ser marxista.
En suma: hay que despojarse de intereses sectarios, para viabilizar los intereses nacionales.

NOTAS
(1) “Logística y alternativa de salida de productos son desafíos para 2023”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 28/12/2022.
(2) “Economía nacional dependerá del contexto internacional y deuda externa en el 2023”. EL DIARIO, 24/12/2022.
(3) Instituto Schiller: “La integración iberoamericana – ¡Cien millones de nuevos empleos para el año 2000!”. Impreso en los Estados Unidos de América, 1986, Pág. 3.

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