miércoles, mayo 15, 2024
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Bolivia: rostro de la economía informal

Desde la colonización española se ha desvirtuado el normal proceso productivo en todas las esferas de las sociedades de entonces, como consecuencia de la mezcla de visiones de la vida.
En el incario, por ejemplo, vivían ordenadamente; el Inca en ejercicio de su trono planificaba quiénes y dónde trabajarían (en la parte agrícola) en todas las estaciones del año. La puna, la sierra, la costa de los océanos y las tierras de la selva estaban milimétricamente determinadas para en qué momento cultivar.
No estoy justificando la vuelta al pasado, ni creo en eso, pero, parece que a partir de las injerencias se ha producido una suerte de caos productivo en el país. Ni siquiera con la independencia (que valoramos) de 1825 se ha superado este fenómeno, tomando en cuenta que los gobernantes hasta 1952, lejos de recuperar la cultura de trabajo incaica, más bien han emulado las prácticas coloniales, tal es el caso de Mariano Melgarejo, que volvió a la ex vinculación, entregando tierras buenas a los potentados económicos, en desmedro de las masas indígenas.
La revolución de 1952, continuación de la república, si bien ha aportado importantes hechos históricos, como el voto universal, la Reforma Agraria, el Código Educativo 55, la Nacionalización de las Minas, entre otros, ha dejado en el camino muchas cosas inconclusas.
La recuperación de la democracia en 1982, de manos de las dictaduras militares, después de 18 años, ha sido muy saludable, pero la partidocracia y sus líderes de entonces no han logrado entender muy bien la realidad del país, dejando a los bolivianos en un pasillo oscuro.
El Estado Plurinacional que en sus inicios parecía la esperanza definitiva de Bolivia, en el camino se está haciendo pedazos, casi sin resolver nada de la herencia colonial. La agricultura está por los suelos (tal vez exceptuando Santa Cruz), no sólo que no ha recuperado productos originarios, como las semillas (hablando de maíz) de wilkaparu, kupuro, uchuquilla, kulli, chuspillu que, prácticamente en el valle central y bajo (de Cochabamba), se han perdido, sino que los productores se han ido a centros urbanos, al trópico de Cochabamba y fuera del país.
En los centros urbanos, antes productores agrícolas, los hombres están como carretilleros, trasladando bultos de un lugar a otro, y las mujeres vendiendo en las aceras productos netamente extranjeros, tanto en su versión agrícola como industrial y manufacturera (peruanas, chilenas, argentinas, chinas, colombianas). En el caso cochabambino, aceras, calles e incluso avenidas están secuestradas, sin que autoridad alguna haga algo.
Los que se fueron al trópico de Cochabamba, ¿qué están haciendo?, ¿están cultivando papa, arroz, yuca o criando animales?, ¡no!, la mayoría está detrás de la hoja de coca, aunque por el mercado legal de Sacaba sólo pasa el 10% de la producción, el resto se “esfuma en el Chapare”, lo que da lugar a pensar que están también en actividades ilícitas. Y el resto está también con venta de productos extranjeros agrícolas, manufactureras, industriales e incluso algunos vendiendo hoja de coca de los yungas de La Paz, en sus versiones de hoja íntegra y machucada, reitero, en pleno Chapare, zona productora de coca.
Todo esto apesta (sin hablar ya de la corrupción, entre otros males), ya que no hemos avanzado en ser país, nosotros mismos, es decir, con los presidentes que han pasado, y los que estamos viendo hoy, no han logrado resolver problemas candentes de producción y productividad. Los que han pasado y los que están pasando en el manejo del Estado no tienen visión ni capacidad para siquiera hacer un SHAMPU BOLIVIANO competitivo, y teniendo tanta materia bruta y prima, como son las ulalas, achumas, vilunchus, a lo largo y ancho de nuestros cerros de los valles y zonas meso térmicas, donde ahora los avasalladores de tierras están tumbando sin misericordia.
En el momento se siente que somos un país sin autoridad, sin rumbo; miles, tal vez millones de bolivianos, están vendiendo, (reitero) como siervos medievales, productos agrícolas, manufacturas extranjeras en los mercados, aceras, calles y avenidas bolivianas, en el marco de una economía informal. Mientras que las autoridades actuales, sobre todo centrales, están lejos de industrializar, hacer fábricas, elevar el nivel de la educación, hacer mega proyectos de riego para indígenas, entre otros, Sólo marean al pueblo como en el circo pasado de Roma, ya no con juegos de 6 meses ni regalando pan, sino con discursos prometedores, pero sesgados que nos llegan en 16 años.

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