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Suena el timbre del teléfono fijo

En nuestros días el teléfono fijo con su característico timbre ensordecedor, que se escuchaba en todos los ambientes de un domicilio, ha sido reemplazado por celulares inteligentes con botones automáticos que ahora regulan el funcionamiento del equipo. Además de ser portátiles, acompañante imprescindible en la comunicación familiar, laboral, estudio, etc. Hacemos esta alusión al timbre del teléfono fijo, para narrar en pocas palabras una pequeña novela escrita por Juan Kruz Igerabide (Alfaguara, 2004).

El título original de la novela es “Suena el timbre”, el resto es aumentado para dar mayor forma y significado a la narrativa. Entonces, empieza con que en una ciudad vivía una familia compuesta de tres miembros: padre, madre e hijo. Como en cualquier familia, surgieron problemas de pareja; cuando Dn. Josemi, trabajador destacado de una empresa, tiene que abandonar a sus seres queridos temporalmente, cuando su padre se enfermó y requería cuidados de su hijo, puesto que vivía solo en un barrio alejado de la ciudad.

Al alejarse de la familia y renunciar a su trabajo, después de varias discusiones con su esposa (Julia), llega al extremo de pensar en la posibilidad del “divorcio”; Simón, hijo único, era testigo mudo de estos hechos, que se comunicaba con su madre a través del teléfono fijo, porque estaba “cojo” y se movilizaba utilizando muletas.

Simón, se quedaba sólo en casa, haciendo sus tareas, no le gustaba el menú que dejaba su madre. Un día, echó al inodoro, pescado frito que detestaba comer, ocasionando taponamiento del baño. Al frente de la casa vivía su abuela, reconocida por la fragancia que emanaba y llamadas que realizaba por vía teléfono fijo.

Cuando estaba tomando sol en la ventana con vista a la calle, Simón observó movimiento de gente extraña ingresando al domicilio de su abuela. Vio que uno de los jóvenes, tomó sorpresivamente a la abuela, tapándole la boca; ante esta situación, presumiendo que algo indebido estaba pasando, pensó llamar a su madre, a la policía; pero, recordó la figura de su abuelo e instrucciones recibidas para el uso de la flecha de caza.

Al percibir que los ladrones venían por él, se armó de valor y valentía; tiraron la puerta principal y salió Simón en defensa de su hogar, armado de una flecha rústica y gritó: ¡alto ahí, dan un paso más, tendrán muerte, es seguro, todos… deténganse…! Al escuchar esas advertencias y determinación del dueño de la situación, los malandrines se detuvieron y optaron por escapar del lugar, sin causar daño a Simón. Llegaron miembros de la policía y su madre, sorprendidos por el accionar y valentía de su hijo.

La abuela, tirada en el suelo, apenas respiraba, fue auxiliada y trasladada a un centro hospitalario. Mientras tanto, la madre admiraba y felicitaba la valentía de su hijo Simón. Pasado ese momento ingrato, un día sonó el timbre del teléfono, era la llamada de su padre, quien compungido de emoción comunicaba a Simón, su retorno a casa y conciliación con su señora madre. Conteniendo apenas respiración y alegría por la decisión de su padre, atinó sólo a balbucear algunas palabras de felicitación…

Todo volvió a la normalidad, la tediosa separación o posibilidad de divorcio de Josemi y Julia, por cuidado del abuelo y renuncia laboral, había pasado desapercibido; reconciliados en armonía, la familia posteriormente vivió en felicidad. Novela recomendada para lectura amena de los estudiantes de nivel primario, porque lleva un mensaje de lucha constante ante las adversidades de la vida. Y, sobre todo recomienda, guardar en toda circunstancia la unidad del núcleo familiar.

 

raualberto1911@gmail.com

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