jueves, mayo 9, 2024
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Un tejido social destruido

El columnista argentino Marcelo Duclos, en uno de sus últimos artículos publicados se queja de que su país virtualmente se encuentra en una situación insostenible en el campo social, en estos tiempos. Cree que esto se debe, sobre todo, al mal accionar político que ha permitido que Argentina retroceda considerablemente en este contexto, en relación con décadas anteriores en las que se respiraba aires de certidumbre y tranquilidad. Él califica como decadencia moral lo que hoy se experimenta en la nación vecina. Ciertamente, sus opiniones no dejan de tener asidero.
Compungido asevera que a lo largo y ancho de su territorio se suceden situaciones diversas que “no son más que la manifestación del desastre en que se ha convertido el que fue en algún momento el país más rico del mundo”. “Si uno recorre cualquier día las noticias, encontrará que hay un hilo conductor o denominador común detrás de todos los desastres que –acota– a simple vista parecen ser independientes o inconexos. La decadencia social argentina es total y se expresa de todas las maneras posibles, aunque aparezca de forma más evidente en los casos de corrupción o clientelismo político. Por estas horas, dos familias se encuentran velando a dos personas que son solo una muestra de la triste degradación cultural de este país. Ambos casos generan tanta indignación como tristeza. Lamentablemente, también resignación. Es que, cuando uno percibe un mínimo del trasfondo de toda esta problemática, se da cuenta que esto no se arregla ni con una elección ni con un buen gobierno. Y Argentina parece que no puede darse ni siquiera eso. El tejido social de este territorio está quebrado, destruido. El problema es que no hay miras ni siquiera de comenzar el proceso de reconstrucción, ya que la mayor parte de la dirigencia parece no mostrar intenciones de avanzar en la dirección correcta. Algunos por ignorancia y problemas conceptuales y otros por aferrarse a sus propios intereses”.
Posteriormente se refiere a la muerte, por infarto, de un comerciante luego de que un grupo de personas destruyera su heladería familiar. Remarca que fue en Zárate, provincia de Buenos Aires, donde dicha heladería llamada “Real”, hoy tiene las persianas bajas. Los clientes aseguran que es una de las mejores de la zona. Su propietario está muerto. ¿Qué le pasó? Falleció luego que un grupo de inadaptados destruyera y saqueara el negocio que con tanto trabajo pudo construir. Los hechos y circunstancias para mencionar detrás de esa tragedia son varios. Sirve como para analizar el nivel de descomposición social y decadencia de Argentina. Unos incalificables, prosigue, convocaron en las redes sociales a destruir la heladería Real en los festejos de la selección, como se hace con la famosa hamburguesería céntrica. “Que sea nuestro McDonald’s del obelisco, va a terminar como tiene que terminar. Destruida como debe ser, es una empresa capitalista”, publicó hace menos de una semana en Twitter un infeliz que debería rendir cuentas en la justicia muy pronto.
Personas salieron a “aclarar” que el comercio era un pequeño emprendimiento familiar y no una “empresa capitalista”. Las ideas tienen consecuencias políticas y la política consecuencias económicas y sociales. Ellos han sido moldeados por una educación y una cultura colectivista y antimercado, que terminan votando por las opciones electorales populistas que, cuando se perpetúan en el poder, terminan siendo responsables de estas desgracias. El clientelismo, la pobreza, la corrupción política y judicial y la miseria económica y social, no justifican, pero sí explican el caldo de cultivo que produce todos estos elementos antisociales. Esto es hoy Argentina. Pero esto es solamente la última consecuencia de la decadencia social argentina general. ¿Es un tema político? Sí. ¿Es un tema cultural? Sí ¿Es un tema de inseguridad? También. Una familia toda rota para siempre. Rota como Argentina. Pero juega la selección y eso para la mayoría es lo más importante. Triste el panorama cuando, por acción u omisión, la mayoría tiene mucha culpa en lo que nos pasa. Y mirar para otro lado ante lo que vemos todos los días es tener algo de culpa.
Para preguntarse ¿cómo vamos por casa?, aunque no deja de ser cierto que estos dramas se dan no solo en Argentina, sino en la mayor parte de los países hispanoamericanos, y quizá en el mundo. Urge la educación profunda y acudir tras la recuperación plena de los valores morales, éticos y hasta religiosos.

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