martes, abril 16, 2024
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Nuestro pasado y presente

Hugo Banzer Suarez, a principios del año 2000, gobernaba el país, en democracia. Con una mayoría social inmersa en la pobreza y extrema pobreza. Siete de cada diez bolivianos se debatían en la extrema pobreza. El dignatario de Estado pedía, ante esa realidad, paciencia a los bolivianos para salir de los problemas económicos. “La solución no viene de la noche a la mañana, es un proceso, pero estamos acelerando plazos, avanzando lo más rápidamente posible”, subrayó.
Desde la fundación de la República, la pobreza siempre ha sido una rémora para alcanzar los objetivos del bienestar social. Situación que se agudizaba en la era de Banzer Suárez demócrata, por falta de empleos estables, con salarios dignos. Posiblemente no había capacidad para generar otros que devuelvan la esperanza en un futuro mejor, a quienes pedían trabajo. Entre 160 mil y 200 mil personas buscaban, en ese año, empleo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Muchos sectores carecían de agua potable y servicios de electrificación. Sin carreteras vecinales que hubieran permitido ofrecer a los consumidores los productos, de cada región. Nos referimos a pobladores del oriente y occidente. Con falencias en los servicios de salud y educación. “La pobreza se mantiene en Bolivia”, señaló, en septiembre de 2000, el Banco Mundial. Actualmente tropezamos con similares problemas, luego que la pandemia devastara las fuentes de trabajo, particularmente en empresas privadas.
Bolivia, entonces, tenía una población de 8.328.700 habitantes, según la información difundida en julio del 2000, por el INE. De ese total el 50.25 por ciento pertenecía al género femenino. La esperanza de vida, al nacer, fue de 62.08 años. Ese conglomerado humano se asentaba sobre una superficie territorial de 1.098.581 kilómetros cuadrados.
La deuda externa boliviana alcanzaba a poco más de 4.200 millones de dólares. El país había pagado 125 millones de dólares, en el primer semestre del 2000. Inclusive el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, abogó por la condonación total de nuestra deuda externa. Los amigos de la República Bolivia, velando por su bienestar y futuro promisorio, siempre asumieron criterios favorables, ante los organismos financieros internacionales.
En el momento no sabemos, con certeza, el monto de la deuda externa, contraída por Bolivia, en los últimos años. Se maneja números estimativos. Unos dicen que es de 12.589 millones de dólares. Otros 13.000 millones de dólares. Y algunos 14.000 millones de dólares. No existe la cifra oficial. Tampoco sabemos cuántos habitantes tiene el país. El censo de 2012 determinó una población de 10.059.856 habitantes. Se cree hoy, al margen de ese resultado objetivo, que habría más de 11 millones de bolivianos y bolivianas. Entre tanto estamos enfrascados, oficialistas y opositores, en una discusión bizantina acerca de la fecha de realización del próximo censo. En consecuencia: no disponemos de datos económicos ni de población, actualizados y fidedignos, para trabajar, en función de futuro. El cálculo político se impone, desgraciadamente.
En suma: tendríamos que reiterar, de manera desinteresada e imperiosa, nuestra vocación de servicio al país, despojándonos de colores políticos.

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