sábado, abril 20, 2024
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Políticas públicas para reducir accidentes de tránsito

En octubre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó la semana de la Seguridad Vial: Plan Mundial para reducir en 50% las muertes y traumatismo graves provocados por el tránsito en 2030. Con la finalidad de que cada país se haga responsable de buscar políticas públicas que reduzcan la cantidad de muertes y personas que quedan con graves secuelas de por vida.
El Plan Mundial presentado por la OMS considera inaceptables las cifras a nivel mundial y pide a los gobiernos y a las partes interesadas que transiten un nuevo camino, con un enfoque integrado de sistemas de seguridad para situar directamente a la seguridad vial como impulsora del desarrollo sostenible. Si la tendencia actual se mantiene, se prevé que durante el próximo decenio los siniestros de tránsito causarán otros 13 millones de muertes y 500 millones de traumatismos, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos.
En el caso boliviano, según datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana, los accidentes de tránsito en un el 80,46% son ocasionados por la imprudencia de los conductores. En el mes de enero, el Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito (SOAT) ya registró más de 900 siniestros en Bolivia. En 2019, un total de 1.280 personas murieron por hechos de tránsito. En 2020, la cifra disminuyó a 1.011 fallecidos, pero se debe tomar en cuenta que fue un año atípico, ya que hubo rigurosas medidas de confinamiento durante seis meses.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística dio a conocer que 13.788 personas perdieron la vida por accidentes de tránsito, del año 2010 a 2019. Esto significa que cada cuatro días muere una persona por causa de estos hechos en el país.
Más allá de nuevas políticas públicas que permiten una nueva cultura en la conducción de un motorizado, se analiza que no será suficiente sólo una normativa de la Ley de peatón o las sanciones aplicadas en tránsito. Y es que se observa que muchas desintegraciones de familias, no solo en Latinoamérica sino en el mundo, tienen como causa la muerte de personas, lo que deja en la orfandad a menores, quienes de seguro podrían ser remitidos a la familia extendida o a los hogares estatales, pero donde no se garantiza el adecuado desarrollo social de los huérfanos. Por ello esos menores no serían parte de una sociedad productiva, o por lo menos no violenta.
Entre las causas más frecuentes por las cuales son reportados tales hechos de tránsito, se incluye, por ejemplo, el exceso de velocidad, el cansancio de los conductores, no utilizar cinturones de seguridad, cascos, o elementos de retención infantil y la conducción bajo los efectos de alcohol. Esos son los principales factores que contribuyen a las muertes y traumatismos en el tránsito. De hecho, en Uruguay en marzo de este año la OPS y la Fundación Gonzalo Rodríguez realizaron una investigación basada en publicaciones nacionales e internacionales sobre el impacto del alcohol en la siniestralidad, que concluye que los Estados con normas más restrictivas sobre el consumo de alcohol presentan menores tasas de mortalidad.

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