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Claves de oro para convivir en armonía

Por: Sharon Laura, psicóloga

Cuando dos personas deciden vivir juntas se combinan dos personalidades, dos formas de ver la vida y dos escalas de prioridades diferentes. Cada quien lleva consigo sus hábitos, costumbres, y expectativas.

La convivencia es un gran desafío. De hecho, se considera una de las mayores pruebas de fuego a las que se enfrentan las parejas. Lo cierto es que, una vez hecha la mudanza, no suelen tardar en aparecer los típicos conflictos: distribución de las tareas del hogar, compras, organización, horarios, limpieza.

El psicólogo estadounidense John Gottman ocupó gran parte de su recorrido profesional en estudiar las dinámicas de las relaciones amorosas. Hoy compartimos 7 claves de convivencia en pareja

  1. Mejorar los mapas del amor

Gottman llama “mapa del amor” a la parte de nuestra mente que guarda toda la información relevante sobre la vida de nuestra pareja. En este sentido, es importante estar al tanto de sus gustos, deseos, intereses, miedos. Recordar las fechas especiales y también conocer los eventos significativos de su vida. Registrar qué le saca de quicio y qué le transmite paz. Conocer sus preocupaciones y sus proyectos.

Se trata, en definitiva, de conocer al otro en profundidad. El conocimiento funcionará como un sostén cuando lleguen tormentas matrimoniales.

  1. Cultivar el cariño y la admiración

Representan dos elementos de oro de las relaciones gratificantes. El cariño y la admiración son antídotos contra el desprecio: permiten que sigas considerando que tu pareja es digna de ser respetada, aun estando muy enfadado con ella.

Si tenemos más recuerdos positivos que negativos de la relación, es más probable que no entendamos un conflicto como una señal de una ruptura inminente.

  1. Acercarse al otro

Acercarse al otro en las pequeñas cosas de cada día puede marcar una gran diferencia: una llamada en medio de la jornada, una caricia sorpresiva o un desayuno especial. Cualquier contacto cálido y genuino fortalecerá el vínculo afectivo y mantendrá la llama viva. Son puntos extras a la cuenta bancaria del amor.

  1. Dejar que tu pareja te influya

Aceptar la influencia de la otra persona implica tener en cuenta sus opiniones y decisiones. Se trata de dejar a un lado la lucha de poder que no hace otra cosa que entorpecer la armonía en la pareja. Si ambos miembros cuentan con la capacidad de escuchar abiertamente al otro y valorar sus puntos de vista, es más probable que logren llegar a acuerdos y resolver conflictos cotidianos apelando a la cooperación.

La convivencia suele volverse realmente lacerante si en los juegos de poder se eliminan los límites, si satisfacer los deseos propios deja al otro en segundo lugar. La toma diaria de decisiones a veces se percibe como una pelea entre rivales: quién elige el lugar de vacaciones, quién determina el estilo de crianza del hijo en común o quién escoge lo que se cena.

 

 

En todas las parejas existen conflictos cuando los deseos de uno se enfrentan a los del otro;

  1. Resolver los problemas solubles

Gottman explica que todos los matrimonios se enfrentan a dos tipos de conflictos: los insolubles y los solubles. Menciona que los primeros, conforman casi el 70 % de los problemas de pareja y son aquellos que se repiten una y otra vez. Las parejas que se mantienen a lo largo del tiempo logran convivir con los conflictos inevitables sin que estos los asfixien.

Los conflictos solubles tienen solución porque son situacionales, no dependen de un problema subyacente profundo. Por este motivo, se suelen vivir con menor dolor e intensidad. Así, para compartir el espacio hogareño con una pareja, es recomendable enfocarnos en resolver los problemas circunstanciales.

Los pasos clave para solucionar los problemas de convivencia son los siguientes:

– Suavizar el planteamiento de la discusión: apelar a un tono respetuoso al momento de sacar a relucir los temas de disputa. Es importante describir lo que está sucediendo sin evaluar ni juzgar, expresarse con claridad, hablar en primera persona y saber escuchar.

– Aprender a ofrecer y recibir intentos de desagravio: saber frenar cuando hace falta. Se trata de mitigar la tensión para evitar que las discusiones se escapen de las manos.

– Tranquilizarte tú mismo y a tu pareja: reconocer cuándo necesitan un descanso. En ocasiones, los debates se vuelven abrumadores y generan que nos sintamos cansados, nerviosos y fatigados. Pueden tomarse unos minutos para relajarse y retomar la conversación cuando estén preparados.

– Llegar a un compromiso: alcanzar acuerdos a partir de la negociación. Para que un compromiso sea efectivo, no es necesario coincidir en todo lo que dice o hace el otro, pero sí estar honestamente abierto a considerar su punto de vista. Una mente cerrada es un grave obstáculo al momento de solucionar problemas.

– Ser tolerante con los defectos del otro: aceptar que no lo puedes cambiar a tu gusto. La otra persona tiene fortalezas, pero también, comete errores Y tiene defectos. Si no toleras ninguno de ellos, no podrán llegar a ningún acuerdo.

  1. Salir de la fase del estancamiento

Pelear siempre por los mismos temas y acabar herido o frustrado puede reflejar un estancamiento en la pareja. Esto suele ocurrir cuando hay ciertos sueños (trascendentales o triviales) que no se están cumpliendo o respetando.

En este caso, no se trata de resolver el problema, sino de pasar del estancamiento al diálogo.

  1. Sentido de trascendencia

Una identidad sólida de pareja favorece una convivencia cálida. No se trata de estar en total sintonía ni de ser iguales, sino de crear objetivos comunes, compartir rituales y coincidir en valores son elementos muy valiosos para construir una relación feliz.

SABER PONER LOS FRENOS Y LLEGAR A UN COMPROMISO AYUDAN A CONVIVIR MEJOR.
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