lunes, mayo 13, 2024
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Dictaduras de hogaño

“En un momento en que se moteja de tontería la práctica de la honradez; en que se hace escarnio de la ley y del orden constitucional; en que la afición al enriquecimiento indebido es síntoma de vocación política y recompensa del ejercicio de la función pública; cuando se llama subversión al ansia de libertad y se encubre la dictadura con la etiqueta del orden, el Movimiento Demócrata Cristiano anunció desde su nacimiento que solamente utilizaría el arma de la honestidad y el desinterés y que únicamente hablaría el lenguaje de la verdad”, apuntó el líder de ese sector político, Héctor Cornejo Chávez, hace aproximadamente 67 años. Se refería a las dictaduras militares que, en ese tiempo, daban mucho que hablar en el Perú.
Hoy surge en algunos países de nuestro continente otra modalidad de dictadura, en democracia. Una revestida con indumentaria civil y que enarbola las banderas de la trasnochada izquierda. Y con los mismos métodos represivos que aplicaban las dictaduras de derecha. Ahora no propugna, como antaño, la dictadura proletaria, sino que da rienda suelta a los pueblos originarios. No alienta la lucha armada, se sujeta a las reglas del juego democrático. No requiere de fusiles para llegar al Gobierno, sino del voto de las mayorías ingenuas. En el trayecto manipula, inclusive, a las instancias llamadas a presidir elecciones. El objetivo posiblemente es tomar el Poder a como dé lugar. El fin justifica los medios, quizá sostiene.
Personas, políticos y algunas instituciones evitaron, de manera sistemática, mencionar a quienes están involucrados en esa corriente política. Ellos se inscribieron como amigos, admiradores, hermanos y apologistas de tales regímenes que conculcaron libertades. Ciertos autoritarios, desesperados por perpetuarse en el Gobierno, recurrieron a términos muy groseros, como “infame organismo, engendro y diabólico instrumento”, tratando de descalificar a una representación multilateral, de orden internacional, cuya misión es preservar la democracia, entre otras cosas. Pero los que no tienen obligación material ni moral con aquellos, seguirán bregando por la recuperación de la libertad. Duela a quien doliere, por cierto.
La libertad camina estrechamente ligada con la democracia. Cuando esta declina, aquélla se eclipsa. Ahí es cuando surge el caos, el desencuentro y el retroceso, en el tema político, como se ha visto en los últimos años. Se impuso, aprovechando la potabilidad democrática, la dictadura de esencia izquierdista, que acabó con todo signo democrático en algunos países, lo que es conocimiento público. En consecuencia, el dictador, munido de todos los poderes del Estado, hace y deshace el destino de sus pueblos. Solo él tiene la facultad para diseñar y decidir el futuro de su nación. Solo él, sin la participación de los opositores, podrá aplicar medidas políticas, económicas y sociales, según su criterio personal.
En los países democráticos concurren las fuerzas políticas para determinar asuntos de interés común. Se respeta los derechos humanos, se vela por el bienestar social. Se imparte educación y salud de manera indiscriminada. Y la alimentación es de primordial importancia.
En suma: es obligación de todo ciudadano demócrata contribuir a la recuperación de la libertad.

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