sábado, mayo 4, 2024
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Los inhaladores presurizados en el punto de mira

Los inhaladores presurizados, conocidos en la literatura científica como pMDI, por sus siglas en inglés, constan de un cartucho de aluminio que contiene un medicamento en polvo, suspendido en gas licuado a alta presión que actúa como propelente del fármaco cuando se pulsa el dispositivo.
Hasta principios de los años noventa, el gas empleado era de la familia de los clorofluorocarbonados que, posteriormente fueron prohibidos tras el Protocolo de Montreal de 1989 por mermar el ozono atmosférico. A partir de entonces, la industria farmacéutica se vio obligada a sustituir el gas propelente por otra familia: los hidrofluoroalcanos (HFA) también conocidos como hidrofluorocarbonados (HFC). Ahora, estos gases también entran en crisis por actuar como gases de efecto invernadero con alto potencial en el calentamiento global del planeta.
Deben conocer los pacientes que estos gases, de forma directa, tienen un máximo perfil de seguridad. Aunque, de forma indirecta, su gran aportación al cambio climático conllevará futuras enfermedades, tal como está advirtiendo la Organización Mundial de la Salud que, en las próximas décadas, sitúa el cambio climático como la mayor amenaza para la salud. Y los enfermos respiratorios constituyen una población altamente vulnerable a este fenómeno.
Esta situación que, en principio, parece muy alarmante, no lo es tanto. Los pacientes no quedarán desasistidos ni sufrirán un descontrol de su enfermedad. Existen alternativas para administrar estos medicamentos, igual de eficientes, sin gases propelentes, y mucho más respetuosas con el medio ambiente. Son los dispositivos que conocemos como inhaladores de polvo seco o de niebla fina (sistema Respimat). Y aquellos enfermos comprometidos con la conservación del planeta, y tratados con inhaladores presurizados, deberían consultar a sus médicos por estas otras alternativas. No obstante, siempre queda una población mínima de enfermos que deberían permanecer con inhaladores presurizados y es obligación del médico elegir siempre la mejor opción para cada enfermo, así como negociar los cambios con sus pacientes. Pero, las evidencias científicas aconsejan, de forma aplastante, disminuir nuestras prescripciones de inhaladores presurizados con HFC. (Continuará).

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