viernes, mayo 17, 2024
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La relación Salud – Emociones ¿realidad o ficción? Las alergias

Autor: Lic. Héctor Molina Angulo

 

Dentro de la naturaleza, el hombre es, por esencia, un ser, una unidad bio-psico-espiritual; es decir, que es un ser integral conformado por cuerpo, mente y espíritu en la que, por consecuencia, aquello que sucede con cada una de las dimensiones repercute en las otras. El hombre es un ser corporal, esta es una realidad que se constata inmediatamente. Nuestro cuerpo tiene requerimientos físicos y necesidades vinculadas a esta dimensión que no pueden ser desatendidas: respiración, alimento, bebida, abrigo y otras necesidades vinculadas al bienestar. Es claro que lo biológico no explica todo lo que somos. Si seguimos avanzando en nuestra propia experiencia como personas, advertimos que nuestra relación con el mundo trasciende este nivel, así llegamos a descubrir que poseemos una dimensión psicológica. Esta dimensión tiene también sus propios requerimientos o necesidades.

 

Considerando lo mencionado, es válido establecer que existen emociones positivas y otras negativas. Las emociones positivas tienden a potenciar la salud tanto física como mental mientras que las emociones negativas tienden a disminuirla. A su vez, las personas que gozan de un buen estado de salud tienden a experimentar más emociones positivas y menos negativas que quienes han perdido su bienestar.

 

En un primer momento, las emociones negativas se consideran adaptativas; es decir, nos ayudan a protegernos de determinados problemas. Sin embargo, no es adecuado permanecer indefinidamente enfadados, tristes o aterrados ya que estas situaciones suponen un sobre esfuerzo y un sobre coste que no es posible mantener a lo largo del tiempo y que puede acarrear un trastorno de la salud física y mental.

 

Existen numerosos estudios que enfatizan y describen a detalle que un elevado estado emocional negativo puede tener consecuencias para la salud de una persona, por ejemplo, cuando experimentamos ira, tristeza o depresión de manera intensa, tienden a producirse cambios de conducta que hace que abandonemos hábitos saludables como el ejercicio físico o la vida social y los sustituyamos por otros como el sedentarismo o la adicción al tabaco o al alcohol, comida chatarra u otro que ponga en peligro nuestra salud.

 

Otra muestra de lo señalado se da cuando las reacciones emocionales se prolongan por mucho tiempo generando la activación de mecanismos fisiológicos como la tensión, el estrés, la elevación de la presión sanguínea, etc., las mismas pueden desembocar en problemas musculares o cardiovasculares altamente perjudiciales.

 

Una alta emocionalidad negativa produce también sesgo cognitivo; es decir, una manera de interpretar las situaciones alejada de la realidad. Cuanto más nerviosos estamos más nos fijamos en las amenazas y más importancia le damos a la probabilidad de que haya consecuencias negativas con lo que aumenta la ansiedad y de nuevo cambia nuestra percepción de la realidad. Si nuestra atención se focaliza en sensaciones físicas puede desarrollarse trastorno del pánico, si lo hace en la propia conducta ante situaciones sociales, fobia social, si se fija en pensamientos intrusos, trastorno obsesivo compulsivo, si lo hace en la pérdida, trastorno depresivo, etc.

 

En el otro extremo, una emoción positiva elevada también puede alterar nuestra salud, en cosos menos frecuentes pero importantes de ser considerados. Por ejemplo, una elevada euforia en personas muy impulsivas puede conducir a una exageración de comida, bebidas u otras sustancias incluso psicoactivas, que puede aumentar el riesgo de sufrir un accidente o alguna otra consecuencia negativa para la salud.

 

Por lo tanto, reiteramos nuestra premisa de que existe una relación estrecha entre emociones y salud. Por un lado, cuando estamos sanos disfrutamos de mayores niveles de bienestar y emocionalidad positiva, mientras que cuando enfermamos, tendemos a preocuparnos, activarnos y a deprimirnos. Por otro lado, las emociones positivas tienden a potenciar la salud, mientras que las reacciones emocionales negativas tienden a producir algunos trastornos de la salud que especialistas denominan “desórdenes emocionales”.

 

Es necesario aclarar que la reacción ante determinadas situaciones y las emociones son diferentes en cada individuo. Hay personas que ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos como los dolores de cabeza o los trastornos digestivos, otras, problemas cognitivos como la excesiva preocupación y la obsesión y otras, problemas conductuales como el consumo de determinadas sustancias. Por tanto, hay una situación de alarma diferente para cada persona.

 

Es por ello que en iniciamos la línea de enfermedades que deterioran o interfieren con nuestra salud integral que varían desde algunas pequeñas o poco frecuentes hasta aquellas que engrosan las listas de decesos humanos.

 

Dentro de la medicina existe una parte que se denomina Psicosomática, que es un campo interdisciplinario que estudia los fenómenos psicosomáticos y las relaciones entre factores sociales, psicológicos, y de comportamiento en los procesos del cuerpo y la calidad de vida de los humanos y animales; es decir, que estudia las relaciones mente-cuerpo, la influencia de los factores psíquicos en los trastornos físicos, a la cual recurren profesionales de la medicina y la psicología para comprender el origen de determinadas enfermedades. No se incluyen las enfermedades hereditarias, las genéticas y las causadas por factores medioambientales; pero, incluso en éstas, sus daños pueden aumentar como resultado de la tensión psíquica.

 

Si consideramos al cuerpo como una pantalla donde se van proyectando las emociones y estas son en su mayoría negativas, la proyección de las mismas se tornará en forma de dolencias. Estos se producen a corto o a largo plazo, ya que cada mente y cuerpo reacciona conforme a su propio tiempo. Por eso debemos resolver lo que nos disgusta, evitando así que nuestro inconsciente se comunique a través del lenguaje del cuerpo, pues es un hecho que el factor psíquico predomina, constituyendo el origen de gran parte de las dolencias adquiridas a lo largo de la vida.

 

Relación de las alergias con las emociones

 

Dentro de esta causalidad (causa-efecto) se encuentran las alergias que según la  Bioneuroemoción las alergias son la resistencia que hace nuestro organismo contra una parte de nuestra vida que nos asusta o no deseamos enfrentar. Cada sustancia (alérgeno) que genera la alergia, simboliza el aspecto de la vida contra el que “luchamos”.

 

Algunos ejemplos son:

 

  • Alergia a la leche:simboliza la unión con la madre y se produce por un “conflicto de separación” con la misma.
  • Alergia a un animal:shock relacionado con animales.
  • Alergia al sol: simboliza el padre, está relacionado con la separación de este o relaciones problemáticas.

 

Considerando que la Bioneuroemoción es el método creado para mejorar el bienestar personal a través de una comprensión profunda del origen de los conflictos emocionales y la relación de estos conflictos con los cambios físicos del organismo (ya sean hormonales, neurológicos, o estructurales).

 

Otro postulado como es el de Bioshock relaciona la explicación tradicional del origen de las alergias con un momento de “impacto emocional” donde se desata la alergia.

 

Las dos etapas, según la medicina tradicional a la que esta teoría hace referencia se explican de la siguiente manera:

 

La primera etapa: es la fase silenciosa o de sensibilización, en la que el sistema inmunitario identifica un intruso (alérgeno o cuerpo extraño), haciendo que algunas de nuestras células lo analicen y fabriquen anticuerpos específicos memorizando las características del intruso.

La segunda etapa: se define como la fase de hipersensibilidad o fase ruidosa en la que se detiene y neutraliza a esos agresores (alérgenos). Sucede cuando los anticuerpos frente a los intrusos se vuelven reactivos y desencadenan una reacción alérgica.

 

Esta teoría relaciona estas dos etapas con el instante donde nuestro inconsciente detectó a algo o a alguien como el agresor por el cual se defiende nuestra alergia. En esta teoría, se dice que la alergia es un conflicto de gran estrés donde se supera el LST (Límite Superior Tolerable) debido a un shock emocional.

 

Y es en ese instante de la situación desestabilizante (a través de la vista, oído, tacto, olfato y gusto) que se asocia el episodio impactante con los alérgenos de ese momento (primera etapa).

 

Cuando se produce una nueva toma de contacto con esos agentes presentes en esa situación desagradable, para el organismo significa que es una advertencia de peligro y no quiere volver a sentir lo mismo que sintió en esa situación desagradable, lo que hace que se defienda (segunda etapa).

 

Si bien se citan dos postulados que acuñen la idea de la existencia interrelacional entre las emociones y las alergias, se hace con la finalidad de comprobar que dentro de las ciencias se aprueba esta premisa. No se da como única ni la más importante, pero de ninguna manera se niega su validez. Por ello en el siguiente número se describirá los tratamientos que se pueden seguir desde casa, desde nosotros mismos para enfrentar este mal y coadyuvar al proceso de un profesional certificado que nos ayude a sanar.

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