sábado, mayo 4, 2024
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Un profeta andino

En el País de la Altura, sus habitantes peleaban permanentemente entre ellos; el color de la piel era motivo de discordias; los de occidente repudiaban a los de oriente y viceversa; conservadores y revoltosos no se toleraban; y la ambición del poder político era la causa de frecuentes bloqueos de calles, avenidas y caminos. Además, violentas movilizaciones destruían todo a su paso con el aditamento de ruidosos y terribles dinamitazos. ¡La politiquería estaba en su apogeo!
Y como si todo lo mencionado fuera poco, la administración de justicia era tan deficiente que causaba pavor, debido al funcionamiento de la famosa “ley del embudo”, alentada y practicada por leguleyos sumisos, prevaricadores y venales.
Tal situación ya estaba carcomiendo los débiles cimientos de la sociedad y el descontento general era día a día más evidente.

EL PROFETA
En ese tiempo apareció en la planicie del País de la Altura, un personaje de cabellos blancos y barba del mismo color, mirada serena, larga túnica alba y sencillas sandalias. Con los brazos abiertos, el hombre empezó a predicar en varios sitios atrayendo a gente que paulatinamente originaba grandes multitudes. El profeta andino decía ser un mensajero de paz y concordia. Criticaba duramente a politiqueros y leguleyos injustos al mismo tiempo que les pedía y les imploraba cambio en sus actitudes.

REACCIÓN
Los adoradores de la politiquería y los burladores de leyes, rápidamente se anoticiaron de la presencia del profeta y con dineros de dudosa procedencia, decidieron organizar grupos con gente agresiva e innoble. El día en que el profeta pedía paz y corrección, los perversos procedieron a la agresión física. Y con la complicidad de otros curiosos, arrojaron piedras al hombre de larga túnica blanca que muy pronto quedó con graves heridas sangrantes en el rostro y en todo el cuerpo.
Aunque había mucha gente observando la agresión, varios malvados se aproximaron con palos y objetos punzantes con la intención de quitarle la vida. Es en ese momento en que se nubló el cielo y empezó a caer una fuerte granizada. Tan ruidosa y violenta era la lluvia helada que pronto ahuyentó a curiosos, politiqueros y leguleyos venales que protegían sus cabezas con sus libros de códigos.
Las nubes se ennegrecieron, la nieve cubrió todo el sitio y un violento ventarrón atemorizó a la multitud. Aún sangrante, el hombre de túnica blanca se levantó con dificultad y lentamente, abriéndose paso entre las piedras, comenzó a alejarse del lugar. Ante la mirada de los presentes, el profeta se dirigió a una cercana y enorme montaña cubierta de nieves eternas. Cerca de la gran mole, alzó la vista, admiró su soberbia altura y como si estuviera orando ante el Creador del Universo, se aproximó más hacia el nevado hasta que su figura se hizo imperceptible en la montaña.

INTERROGANTES
¿Qué sucedió? ¿Transfiguración entre el hombre y la montaña y la montaña en el hombre? ¿El nevado andino sufre al contemplar el triste desarrollo de la politiquería, la maldad, el odio, la discordia entre hermanos y la permanente injusticia? ¿La llegada de un mensajero de paz y concordia podrá aplacar los duros corazones llenos de rencor de unos y otros?
Han transcurrido casi dos siglos de frustración en el País de la Altura; pero, aun así, hay esperanza por vivir días de paz y hermandad entre hijos de un mismo suelo.

El autor es dibujante, escritor y periodista.

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