domingo, mayo 19, 2024
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Tik-tok y tereré, pésima combinación

¿Qué conocimientos tiene Mario Cronenbold de economía política, relaciones internacionales, ciencias políticas, historia paraguaya o diplomacia? Esas son asignaturas básicas, porque no son todas las que un verdadero diplomático y con rango de Embajador, tendría que conocer para desempeñar el rol de representante de un Estado ante otro Estado nacional. O ¿ha prestado servicios en la Cancillería boliviana siquiera por un día?
La carrera diplomática no solo importa una formación académica sólida, sino que exige ciertas cualidades personales que el representante fuera de las fronteras debe poseer, entre ellas la sobriedad en todos los ámbitos, de manera que quienes son sus anfitriones y en general el cuerpo diplomático entero en el país de sus funciones, vea en él o en ella, persona del más alto nivel cultural y de educación. No se trata de que un embajador o embajadora tenga que vestir ropa de marca, ser de un gran porte o de un rostro bonito. Se trata de que sea serio o seria, y con tacto para compulsar con rectitud las características del medio local, evitando trasplantar realidades, de manera que sus intervenciones y apariciones sean cautas, teniendo presente que lo que en el propio suelo se le tolera, no siempre tendrá el mismo resultado en tierra ajena.
Bien, la ligereza de nuestros gobiernos desde hace muchísimas décadas, pero con especiales desaciertos en los últimos 16 años, ha comprometido la credibilidad del Estado tanto ante organismos internacionales como respecto a gobiernos con los cuales mantenemos relaciones diplomáticas en el nivel de embajadas. En todos estos años, por el servicio exterior del país han pasado personas sin más méritos que el de pertenecer al partido de gobierno. Más aún, perder una elección como candidato del MAS, supone la mejor recomendación para ser nombrado embajador.
La mala experiencia no puede pasar desapercibida, Bolivia no puede permitirse dar empleo a quien sea, en cargos tan importantes que como en el Paraguay, una persona que acá, en su propia tierra, ya hacía histrionismo de pésimo gusto, acentúe su imprudencia con tik-toks, tan faltos de gracia, y cual si se tratara de un millennials. ¿Qué acaso no recibió instrucciones del Canciller –como se estila– respecto a las funciones que en el país receptor debía cumplir? Es cierto que, como dice el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, este bochornoso impasse entre Cronenbold y el pueblo guaraní, no va a afectar las relaciones entre los dos pueblos, pero la declaratoria de persona non grata que se da en rarísimas ocasiones, puso contra la pared al gobierno nacional, no dejándole más alternativa que cesar, que sin eufemismos significa destituir del cargo al fugaz y chistosito “diplomático”.
Pero es hora de que se entienda que, en un estado serio, se designa a personal de carrera en lugar de improvisados que no tienen ninguna preparación en un área tan delicada que significa representarnos afuera, a fin de no lamentar ya no únicamente un desempeño ineficiente, sino vergonzoso.
Acostumbrado a que sólo una parte de su partido festeje sus excentricidades, Cronenbold debe aprender primero que no se puede jugar con algo que es patrimonio cultural del país que lo acoge. Que si su voz se deteriora tanto, seguro que no es por el tereré. Que su función era la de representar a un pueblo, no la de insinuar una degradación del idioma guaraní. Que para ser un tiktoker se necesita tener carisma y gracia. Que cuando se asume un cargo de esa jerarquía, las chocarrerías deben quedar reservadas al ámbito que las disfruta, si es que en ello alguien puede ver chiste, manteniendo la compostura y el perfil propios de un diplomático.
La diplomacia está reservada a quienes conocen y respetan el ceremonial y protocolo inmanente al medio en que se desenvuelven, y es que en ella hay una mezcla de ciencia y de arte porque en un desempeño correcto, confluyen una vasta formación y habilidades personales para negociar, no para hacer el ridículo.

Augusto Vera Riveros, es jurista y escritor.

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