lunes, junio 17, 2024
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Avasallar no es altercar

Ante el alevoso, como temerario atraco sucedido en Guarayos el pasado jueves, donde un grupo irregular, armado con fusiles de alto poder, sorprendió y torturó a una comisión integrada por periodistas, policías y productores, se puede establecer palmariamente que dichos delincuentes hacen parte de las famosas milicias armadas, similares a las venezolanas, cuya formación fue anunciada por Evo Morales, en enero de 2020, desde Buenos Aires, apenas retornara a Bolivia.

Los “interculturales” de la violencia no tuvieron misericordia alguna con las 17 personas que secuestraron, entre periodistas, cuatro policías, el propietario y empleados de la hacienda a quienes, haciendo gala de su armamento, trataron a punta de patadas y culatazos, como pudo establecerse gracias a las valientes, como dramáticas declaraciones del camarógrafo de prensa Percy Suárez, que fue víctima de estos luctuosos hechos, no solo sufriendo en persona estos maltratos, sino viendo que su cámara, o herramienta de trabajo, presentaba un orificio de entrada y salida de bala después que le dispararon como un brutal gesto de amedrentamiento. Dichos maltratos se prolongaron hasta que estos vándalos recibieron la orden de liberarlos.

De ahí que no estamos de acuerdo con las declaraciones del comandante de la institución del orden, cuando en el programa “Que No Me Pierda”, que se emite por la Red Uno, afirmó que se estaba enviando efectivos al lugar de los hechos, en busca de quienes, empleando armas de fuego, fueron los responsables de ese “altercado”.

Un altercado es una desavenencia, que puede ser violenta, entre dos bandos beligerantes. Ahora bien, en el caso que nos ocupa, al igual que en el atraco a un banco, no hubo bandos beligerantes, sino un grupo de delincuentes que cometieron un vulgar avasallamiento con escalamiento y fractura. Ni en la guerra se balea a periodistas; ellos gozan de una condición similar a los integrantes de los cuerpos de salud.

Desde hace tiempo, son varias las denuncias de invasión de predios productivos por parte de forajidos que, de forma abierta, y al igual que en Venezuela, dicen contar con el respaldo del gobierno. Estos individuos incluso han ingresado en áreas protegidas y comunidades indígenas.

En junio de este año, cuando había un clamor en Santa Cruz para que se pare el avasallamiento de tierras en cuatro municipios de la Chiquitania, el vicepresidente David Choquehuanca se reunió con los interculturales y allí avaló e impulsó la toma ilegal de tierras. En esa ocasión dijo: “No es posible que las tierras las agarren unos cuantos. Hemos jurado recuperar nuestra tierra y territorio… Los que tenemos raíz, somos la mayoría en este país. Somos los dueños de esta tierra y territorio”. Con este discurso los interculturales obtuvieron el derecho a ocupar la tierra que se les antoje.

Bajo este antojadizo enfoque vicepresidencial, será necesario advertir a todos los hermanos mestizos del continente, que sumamos más del 90% de la población, andar con el título de propiedad de nuestro terruño bajo el brazo, porque anda suelta una banda de atracadores que confunde el verbo avasallar, con altercar.

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