domingo, mayo 19, 2024
InicioSeccionesOpiniónSalgamos de nuestro letargo

Salgamos de nuestro letargo

El no disentir con la forma de gobierno a la que nos han acostumbrado, con cómo nuestros políticos conducen las riendas de nuestro país, con cómo nuestros religiosos con sus discursos –porque éstos ya no parecen sermones–  tratan de manipular a las almas desperdigadas por la tierra, nos deja entrever que debemos conformarnos con lo poco o nada que tengamos, que debemos asentir, sin pelear, sin discutir, sin gritar por toda esta explotación. Que tenemos que aceptar de la manera más sumisa que unos cuantos vivan y coman como reyes, observar de palco cómo se reparten los cargos en las entidades públicas, embajadas, consulados, direcciones, cargos de jefes, de comandantes, de generales.

No disonar ante todos estos vicios, taras, que parecen naturales, normales, a eso nos han acostumbrado. Reaccionar es una señal de que estamos despertando, de que estamos empezando a pensar en lo que a gritos dicen nuestros gobernantes, sacerdotes, parlamentarios, gobernadores, alcaldes, acerca de que todo está bien, que marchamos bien, que hay más fuentes de empleo, que tenemos una bonanza económica, que los índices de pobreza disminuyeron, que la justicia va por buen camino, que hay una distribución equitativa de la riqueza, que los pobres tenemos que conformarnos con nuestra miseria, hambre, con nuestra existencia en condiciones precarias, sin acceso a salud, alimentación, agua, empleo digno, vivienda. Es decir, que tenemos que conformarnos con lo que tenemos, bajan nuestra autoestima, nos dejan sumidos en una mediocridad dirigida a socavar nuestra dignidad.

Necesitamos rebeldía ante los moldes tradicionalistas y obsoletos implantados por una política que solo beneficia a las oligarquías de siempre, a unos cuantos, en desmedro de cientos de sablistas. Nos condenan a vivir entre las sombras, encierran y nublan nuestra mente, con  el celular, con la telenovela, con las bufonadas de la televisión, con las murmuraciones, cotilleo, trebejos. Encarcelan nuestra alma y espíritu en su sarta de promesas inconclusas y artilugios. Someten nuestra personalidad, nos hacen vivir de esperanzas, ilusiones, falacias, sofismas, sometiendo nuestro ser al diseño de su sociedad llena de hipocresías, la cual está muy alejada de las verdaderas necesidades y sentimientos del pueblo. Nos dejan como zombis, sin poder de decisión y pensamiento.

Rebeldía representa un despertar de esta agonía, modorra, sopor en el que nos encontramos, es empezar a sentir, pensar, decidir, protestar y bramar contra todas las inequidades y desequilibrios. Debemos de acometer, escudriñar con la filosofía, entendida ésta como la madre de todas las ciencias, pero más como un saber, conocimiento racional y reflexivo, percibida como el disentir y la constante crítica a los dogmas establecidos por aquellos que supuestamente saben todo (eruditos e iluminados). Debemos considerar que su definición está munida de muchas ambiciones y no se la puede adscribir, catalogar en unas cuantas palabras, sino más bien se la tiene que interpretar y convertir en mejores condiciones de vida para toda la humanidad.

Rebeldía es la disconformidad con el hambre de mi prole, con la falta de trabajo, salud, recursos económicos para mi familia. Es un despertar, pensar, entendiendo esta filosofía como amor por el conocimiento, como la búsqueda incansable, inclaudicable por encontrar la verdad, como la búsqueda del conocimiento pleno de toda nuestra realidad circundante, para poder satisfacer las necesidades básicas del ser humano. Hoy nos encontramos en una encrucijada, en una cruda realidad que nos deja perplejos, porque los que tienen el conocimiento, los seres pensantes, racionales, civilizados, con poder político y económico, son los principales explotadores del hombre por el hombre, cuya vorágine los convierte en los principales depredadores de la flora y fauna y los causantes de una futura extinción de la civilización.

Con toda esta ambición, codicia desmedida, dejan olvidados y en la pobreza a miles de millones de seres humanos. Precisamente hoy sale a la luz la cantidad de gente pobre, no solo en nuestro territorio, sino a nivel mundial.

En Bolivia un gran porcentaje de la población no tiene acceso a servicios básicos y más del 80% es de comerciantes informales, mientras otros miles viven de la caridad, de limosna, y éstos primeros que abarrotan nuestras calles viven al día con su trabajo y venta por las calles. A nivel nacional representa un ejército de comerciantes informales, lo que significa nula generación de fuentes de empleo.

En nuestro caso, durante décadas los políticos, oligarquías gobernantes, nos venían vendiendo un discurso ya trasnochado y gastado, en torno a que la pobreza se había erradicado en nuestra Patria, lo cual era y es una falacia, “usted saque sus propias conclusiones, usted busque y descubra su propia verdad”. Bueno, ahora nos vemos en una situación crítica, en una encrucijada, donde como siempre el gobierno de turno echa toda la culpa al gobierno saliente. Nadie puede negar los actos de corrupción del gobierno transitorio, pero nace un interrogante, dónde estaban el Órgano Legislativo, Órgano Judicial, Fiscal General y los máximos líderes y beneficiarios directos del partido político MAS, así como ministros, viceministros, directores, jefes, policías y militares.  Al estruendo del primer petardo, éstos metieron la cabeza bajo tierra, en actitud pusilánime. Ante el primer estruendo de un petardo buscaron asilo, fugaron del país, dejándonos prácticamente en el abandono.

Todas estas conductas sumadas son clara muestra de lo que estamos viviendo hoy, una terrible pandemia, ante la cual el actual gobierno no debe solo buscar excusas, tiene el deber democrático y constitucional de gobernar, no tratando de justificar la brutal y grosera arremetida de este virus que es letal para el ser humano. Debe dejar de ver con espejo retrovisor y actuar proactivamente, mirando hacia adelante y trabajar para todos los bolivianos. Tiene que saciar el hambre, luchar contra la pobreza y la falta de medicamentos de los sectores más empobrecidos del país, y vacunar a toda la población boliviana. Es decir, debe tomar decisiones, GOBERNAR.

Esta es mi forma de pensar, mi grito de rebeldía, mi verdad, que nace en mi fuero interno, lo que trato de discernir. Enfatizo, es mi visión filosófica de la realidad que estamos viviendo en nuestro país, es mi propia interpretación, mi crítica y cuestionamientos por la realidad que me toca a diario vivir. Cada uno de ustedes debe sacar sus propias conclusiones, buscar y parir su propia verdad, pero lo que no podemos hacer es dejar que la filosofía sea como un principio que caracteriza a cada revolucionario (todos los filósofos son revolucionarios), que busca mejores condiciones de vida para el pueblo. Que se luche en contra de la injusticia, la  opresión, sufrimiento y dolor de los seres humanos. Si debemos luchar contra los cánones y dogmas establecidos por aquellos que saben más; luchar contra el opio que es la política, la droga que nos deja aletargados en una modorra eterna de conformismo, de solo decir “está bien”, bueno, debemos despertar, empezar a pensar y reaccionar, ante esta somnolencia donde “nos dejan enmudecidos y atados de pies y manos”.

Este conocimiento adquirido debemos utilizarlo para hacer el bien (ponerlo en práctica). Como decía el gran pensador griego Aristóteles, “el conocimiento no sirve de nada si no lo pones en práctica”, “es como arar la tierra y nunca sembrar, entonces NUNCA vas a cosechar”. Debemos ser críticos, a la vez debemos plantear soluciones a la par de nuestros gobernantes. Pongamos nuestro granito de arena, nuestra contribución al cambio de un sistema corrupto, donde los políticos oportunistas, una vez que cesan en sus funciones, se vuelven millonarios, empresarios, con dinero del pueblo, donde a diario escuchamos noticias sobre consorcios de jueces, fiscales, policías investigadores y abogados (que con toda la plétora de su conocimiento compran y venden la justicia, es decir que prostituyen la justicia, venden sentencias, absoluciones, rechazos, sobreseimientos y otros las compran ).

Debemos ser muy claros, concretos y sinceros, la política no se la debe utilizar para “manipular la mente del pueblo, por medio de su hambre, de sus necesidades”, no es para “MANIPULAR la justicia y corromper la ley y el orden para beneficio de una clase gobernante.

Y es que a diario nos enteramos de malos manejos económicos de funcionarios públicos. Pero la política no es para volverse ricos, ella no debe ser entendida como un medio de vida. La política no es una concentración de poder para imponer y lastimar al pueblo, no debe ser entendida por nuestros políticos para satisfacer egos y afanes narcisistas. La política es dar vida con dignidad, es dar pan, trabajo, vivienda y salud al pueblo.

Es menester salir del letargo y con grito de rebeldía empezar a filosofar para descubrir dentro de nuestro ser la verdad, ya no dejar que subordinen nuestro pensamiento y manipulen nuestra conciencia y nos utilicen como simples marionetas. Somos pueblo que merece vivir con dignidad.

 

El autor es abogado.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES