jueves, mayo 2, 2024
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Abogados sugieren investigar denuncia contra juez Blanco

Después de conocerse que en una de las audiencias de juicio oral del caso denominado bebé Alexander, la enfermera Lola Rodríguez denunció que el exfiscal, hoy juez de sentencia, Edwin Blanco, le pidió diez mil dólares para apartarla del caso, abogados consultados por EL DIARIO manifestaron que esa denuncia de extorsión debe ser investigada por la Fiscalía.
La abogada Paola Barriga precisó que al haberse hecho la denuncia ante una autoridad competente, esa instancia tenía la obligación de remitir la misma al Ministerio Público.
“Ella estaba atestiguando ante una autoridad que tiene la obligación de remitir al Ministerio Público, y esa instancia tiene la obligación de cumplir la orden del juez”, apuntó.
Asimismo, aclaró que al conocer la denuncia, los miembros del Tribunal Décimo de Sentencia compuesto en ese entonces, por Patricia Pacajes, Gladys Guerrero y Roberto Mérida, debieron remitir la misma a la Fiscalía y proteger a la denunciante, pero al no haberlo hecho incurrieron en el delito de incumplimiento de deberes.
El abogado Ramiro Carrillo aseguró que de acuerdo con las normas, toda autoridad que conozca un hecho ilícito tiene la obligación de denunciar y remitir los indicios al Ministerio Público.
Asimismo, aclaró que este caso prescribe en ocho años, por lo que la enfermera está aún a tiempo de iniciar una denuncia penal, aunque en este caso, al anularse la sentencia se anulan también todas las actuaciones.
Por otro lado, el abogado Eusebio Vera manifestó a EL DIARIO que para realizar una denuncia tiene que haber elementos de prueba como una grabación o testigos.
“Si existen pruebas, se puede investigar de oficio. Pero, si solo es una expresión sin sustento documental probatorio, no habría fuerza, recordemos que el que denuncia tiene la carga probatoria”, apuntó.
En el caso específico de la denuncia de Lola Rodríguez en audiencia, el jurista aclaró que los jueces podían haber remitido la denuncia al Ministerio Público, pero generalmente no lo hacen porque no existen las pruebas, aunque en este caso había un indicio.
“Lo que hacen es instruir se abra por cuerda separada una denuncia adjuntando las pruebas”, precisó.
El 24 de mayo, en una entrevista con radio Compañera, el médico Jhiery Fernández denunció que el exfiscal Edwin Blanco se dirigió a él cuando estaba encarcelado por el caso del bebé Alexander para que firme un documento a cambio de salir del penal y presuntamente extorsionó a una enfermera a cambio de que no sea vinculada en dicho caso.
En entrevistas posteriores a que se conozca el audio de la exjuez Patricia Pacajes en el que revelaba detalles del caso, la enfermera Lola Rodríguez apuntó que debido a las audiencias, además de los insultos que recibía de la gente que la consideraba culpable del deceso de Alexander, se deprimió bastante.
“Era una persona normal, una madre que con su trabajo se encargaba de sus hijos. Pero desde la muerte de Alexander me siento muy mal, todo ha cambiado para mí”, reveló Rodríguez.
La situación de Lola se agravó cuando el padre de sus dos hijos –una niña y un niño– le pidió “tiempo” y puso en cuestión su matrimonio. Eso empeoró su estado emocional y afectó su empleo, que además no podía mantener por las constantes audiencias –dos días a la semana– a las que debía asistir y que en muchas ocasiones se postergaban.
“Había días en los cuales solo quería tomar y tomar. A raíz de eso he tenido problemas con mi familia. Con mi esposo nos hemos dado tiempo, nos hemos separado y lloraba. Incluso he pensado en terminar mi sufrimiento. Solo mis hijitos me cuidaban y trataban de calmarme, ‘ya no llores mamita’, me decían”, recordó.
Lola intentó seguir adelante con su vida, pero en definitiva, la asistencia obligatoria a las audiencias le impedía en los hechos mantener un trabajo, y tampoco pudo conseguir otro, le cerraron las puertas. Vio en la venta de comida y gelatinas una salida a su crisis para mantener a sus dos hijos, pero ante la insuficiencia de dinero, también optó por vender “linaza caliente” por las noches.

LA HISTORIA
Lola Rodríguez llegó nerviosa y con media hora de retraso la noche del miércoles 12 de noviembre de 2014 al Hogar Virgen de Fátima. Debía estar al menos a las 19.50 para hacer cambio de turno con la otra enfermera y comenzar su trabajo a las 20.00. Algo la detenía, algo le decía que no vaya y como señal de ese presentimiento no había vehículo público de Villa Fátima hacia la zona Sur de La Paz.
Más tranquila después de la difusión de un audio en el que la exjueza Patricia Pacajes contó detalles de cómo procesaron y sentenciaron al médico Jhiery Fernández por una violación que nunca sufrió el bebé Alexander, la enfermera Lola narró a RimayPampa cómo sucedieron los hechos aquella desgraciada madrugada.
Después de soportar por unos minutos el mal humor de su colega que ya tendría que haberse retirado a su casa a las 20.00, preparó los medicamentos para dar “el tratamiento” de las 21 horas a los niños huérfanos del hogar Virgen de Fátima, hoy Niño Jesús.
Entró a la sala 2, donde estaba el bebé Alexander y no encontró a la joven educadora Madelein Paola Pahe Chambi, responsable de su cuidado. Mucho tiempo después, en la reconstrucción del caso, se enteró que había estado en el baño.
Al ver que los niños dormían tranquilos, fue a las otras salas y se retiró.
Aproximadamente a las 23 horas, Jhiery Fernández llegó al Hogar a realizar su ronda de valoración habitual. Lola acompañó la visita, no se desprendió ni un solo minuto del médico. Identificó a los niños que estaban mal y ambos fueron de sala en sala.
En la visita de esa noche, el médico Fernández no valoró, no vio ni tocó a Alexander porque no era necesario debido a que no tenía ninguna alteración de salud. Chequeó a dos niños que sufrían fiebre; ella le ayudó a tomar la temperatura de ambos.
Después que Fernández dio las indicaciones para las historias clínicas respectivas, Lola lo acompañó hasta la puerta del Hogar y se despidieron.
Cerrado el recinto, nadie más podía entrar ni salir sin ser visto por el portero Ramiro, que aquella noche estaba de libre, pero había dejado una reemplazante en su lugar. Ninguno de los empleados tenía una copia de las llaves.
Ya el jueves 13, cuando Lola hacía sus primeras tareas en el consultorio del Hogar, apareció en la puerta Madelein Paola Pahe Chambi.
—Le pasa algo al bebé Alexander, está raro— alertó la madre sustituta sin la preocupación que quizá debería haber tenido por la gravedad del caso.
El reloj marcaba las 06.15; Lola lo recuerda muy bien. No había dormido prácticamente durante la noche porque tenía una prioridad: cuidar a una niña que había sido operada de uno de sus ojos.
El anuncio de la madre sustituta la sorprendió. En la ronda de anoche, Alexander dormía tranquilo, aunque estaba afectado por una diarrea no había requerido atención.
—¿Raro? ¿Cómo raro? Anda a traer al bebé— interrogó e instruyó Lola a Madelein.
Apenas llegó, la joven madre sustituta puso al bebé en la camilla y dijo a la enfermera que había despertado llorando por lo que le dio leche y nada más.
Al verlo pálido, Lola le auxilió con oxígeno, controló sus signos vitales y al constatar que eran imperceptibles, entregó su teléfono móvil a Madelein para que llame urgente al médico Jhiery Fernández, que estaba en el Instituto de Rehabilitación Infantil, ubicado a dos cuadras del Hogar.
La enfermera no tuvo tiempo de revisar el cuerpo del pequeño, pero se percató que estaba en estado crítico y que su cabecita y pechito estaban mojados. Pensó que Madelein hizo caer al Alexander y la recriminó, pero ella le juró que no.
Cuando contestó el médico Jhiery al teléfono, Lola solo llegó a decirle: doctor; y se cortó la llamada.
Ante la urgencia, decidió evacuar al bebé al Hospital del Niño, pero no tenía dinero para su pasaje, apenas Bs 10 y necesitaba al menos Bs 15.
Corrió a prestarse unos pesos donde el portero del Hogar, que había retornado de su permiso por la madrugada. Ante la respuesta negativa, Lola tomó el cambio que debía a una trabajadora social, envolvió al bebé y salió en busca de taxi.
Al no poder encontrar uno, pidió auxilio a una ambulancia que pasaba ocasionalmente por la calle Héctor Ormachea de la zona de Obrajes. Madelein se quedó y Lola subió al vehículo con el bebé.
En el trayecto, sintió que Alexander se había orinado. Sus conocimientos de enfermería le ayudaron a deducir que el infante estaba perdiendo la vida. Ese mismo rato sonó su teléfono, era el médico Jhiery que le devolvía la llamada, pero no podía sacar el móvil de su bolsillo y menos contestar porque sus manos estaban ocupadas.
Inmediatamente, decidió constatar qué pasaba con el niño, le cambió la ropa y lo limpió. Vio que Alexander estaba escaldado y no vio sangre ni nada anormal.
Hoy se arrepiente de no haber tomado unas fotografías de esa parte del cuerpo del Bebé, hubieran probado que no tenía ningún tipo de lesión y evitado la hipótesis de la violación, lanzada esa mañana del jueves 13 de noviembre por un médico del hospital Juan XXIII.
La ambulancia llegó entre las 07.30 y 07.45 al Hospital del Niño. Lola reportó al médico Delgadillo que traía un bebé muy enfermo. En el box de reanimación y al ver la gravedad ordenaron transferir a otro centro de salud porque ahí no había camas en terapia intensiva.
Ya en el hospital Juan XXIII, el personal que atendió a Alexander detectó que el pequeño sangraba profusamente por el ano. Lola recibió el informe en ese sentido y quedó sorprendida cuando uno de los médicos hizo un gesto de gravedad y le dijo: “esto parece que fuera violación”.
Ella no lo podía creer porque sólo minutos antes, cuando limpió el trasero del bebé, había constatado que éste no tenía ninguna lesión. Inmediatamente, llamó por teléfono a la jefa del Servicio Departamental de Gestión Social de La Paz (Sedeges). También telefoneó al médico Jhiery para informarle de la situación.
Después, aproximadamente a las nueve de la mañana, personal de Sedeges y el médico Jhiery Fernández llegaron al hospital Juan XXII.
Lola tenía la esperanza de que la forense (Ángela Mora) certifique lo que ella había visto esa mañana. Por el contrario, suscribió la impresión de uno de los médicos del Juan XXIII.
Hoy entiende por qué aquel miércoles 12 de noviembre de 2014 algo la detenía, algo le decía que no vaya a su fuente laboral, el Hogar Virgen de Fátima, a donde había llegado a trabajar recién en agosto.

BLANCO PIDIÓ AYUDA A LOLA
La enfermera Lola Rodríguez contó esta misma versión a la Fiscalía que, según dijo a Rimay Pampa, fue ratificada por otras dos educadoras: doña Lidia y doña Eugenia.
Entre el miércoles 12 y jueves 13 de noviembre, el médico Jhiery Fernández no tocó ni vio al bebé Alexander.
La hipótesis de la violación fue una insistencia del Fiscal del Departamento de La Paz, Edwin Blanco, que, en la oportunidad de la reconstrucción, dijo a la enfermera Lola a solas que ya sabía dónde había pasado (la violación) y que no fue en el Hogar.
El 27 de marzo de 2018, el Tribunal Décimo de Sentencia de La Paz condenó a 20 años de prisión al médico Jhiery Fernández por el delito de violación que no cometió y a dos años de cárcel a la médico internista Sandra Madeny por homicidio culposo y a la enfermera Lola Rodríguez por el delito de encubrimiento.
El 26 de mayo de 2021, después de casi siete años de proceso, el Tribunal Cuarto de Sentencia dictó una sentencia absolutoria en favor del médico Jhiery Fernández, acusado por violar al bebé Alexander. Determinaron también liberar de pena y culpa del delito de homicidio culposo a Sandra Madeni, exmédica internista del Hospital del Niño y a Lola Rodríguez, exenfermera del Hogar Virgen de Fátima.
“Algún día podré volver, ya terminó este calvario”, aseguró la enfermera Lola Rodríguez a Jhiery Fernández, quienes se comunicaron por teléfono luego de que se cerrara el juicio. (EL DIARIO y Rimay Pampa)

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