miércoles, abril 24, 2024
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La discriminación, atentado contra los derechos humanos

En varios países se acostumbra “festejar” o recordar, como festejo, el “Día de la Discriminación”, una fecha que de ninguna manera debía conmemorarse porque la discriminación, del tipo que sea, es causa o motivo de dolor, angustias, recuerdos ingratos, ofensas y desesperanzas para muchísimas personas y hasta pueblos.
La discriminación es un hecho contrario a principios de bien, de caridad, de bienaventuranzas, de amor y consideración y respeto por los derechos del prójimo. Todos los días deberían ser para reconocer que todos los seres humanos son merecedores de amor, consideración y respeto; reconocer que todos, sin distinción alguna, tienen los mismos derechos, las mismas libertades y los mismos dones que Dios ha creado en todos y para todos. En cierta oportunidad, el Papa Juan Pablo II dijo que la discriminación es una plaga que existe en varios países y muchas veces “bajo formas particularmente crueles”. Dijo que es preciso afirmar con mucha fuerza que todos los hombres son hijos de Dios y hermanos entre ellos, y gozan de igual dignidad y derechos”.
Es sabido que en la humanidad muchos de los grandes conflictos se han debido a la discriminación que se hizo de los hombres; en la mayoría de los casos, por sus características raciales, por la creencia absurda de que quienes “no son blancos” son de inferior categoría o condición social o no están dotados para beneficiarse con los progresos que alcanzó el hombre u ocupan un lugar secundario en una escala de valores. Sin remontarse mucho en la historia, se podría recordar lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial que ha cegado millones de vidas bajo el criminal argumento de que había “razas inferiores”.
Hoy ocurre que en varios países ricos y desarrollados se discrimina a los hombres sólo por el color de su piel, en la salud, la educación, beneficios de empleos y percepción de sueldos. En la mayor parte del mundo se habla de la dignidad y derechos del ser humano, de las condiciones dignas en que debe vivir, de que debe gozar de todos los beneficios del desarrollo y el progreso; pero, la realidad se muestra muy diferente por las mismas discriminaciones que hacen gobernantes y personas con poder. América Latina no es excepción y, sin ir lejos, vemos en nuestro país cuanto se discrimina, se separa a quienes no complacen las condiciones que tienen unos de otros, se aísla y no se da importancia a quien es de condición “inferior” y a quienes “no reúnen condiciones apropiadas para algún cargo por más eficiente profesional que sea porque no viste bien, ni está presentable ni ayuda su color” o se inventa cualquier pretexto que se hace razón, motivo o causa.
Cuán necesario e importante es que en nuestro país se aprenda que nadie puede ser discriminado por razón alguna; que todos, sean considerados y respetados por lo que son saben y pueden a más de contar con la idoneidad y valores necesarios para realizar cualquier labor encomendada.

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