miércoles, mayo 8, 2024
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Religión y política, ¿realidades antagónicas?

Siempre que se opina sobre religión y política se piensa que estas dos realidades son antagónicas, es decir, que ambas se oponen; la primera supuestamente solo debería interesarse por la salvación de las almas y la segunda por los asuntos terrenales relativos a la organización de la sociedad y de la resolución de sus problemas. Nada más falso que esto, ya que si revisamos un poco la historia de la humanidad, encontraremos que todas y cada una de las civilizaciones antiguas fundaron sus naciones y ciudades sobre preceptos religiosos, de ello existen ejemplos varios, Roma, Egipto, los aztecas, quechuas, etc. Todas estas naciones e imperios tenían una organización política basada en hechos religiosos puntuales, es decir, cimentaron toda su estructura económica, política y social sobre una visión teocrática, por ende, eran sus dioses en persona los que guiaban los destinos de estos pueblos, representados en la persona de sus respectivos líderes.
Si nos volcamos un momento hacia los evangelios, nos encontraremos con que Jesús en toda su vida pública realizó duras críticas a la organización política y religiosa del pueblo judío del Siglo Primero. Recordemos que Israel estaba gobernado por una teocracia férrea, dirigida por el Sumo Sacerdote y el Sanedrín. Fueron estas duras críticas las que hicieron que el poder religioso planease, finalmente, la muerte de Jesús en la cruz. Si Jesús no hubiese criticado tanto a las políticas desiguales de la época y no hubiese opinado en la forma en que lo hizo, no hubiera sido juzgado y mucho menos crucificado. Pero no fue así, el discurso de Cristo fue también político, el Sermón de la Montaña tiene un contenido político-religioso tremendamente profundo y radical para la época.
Tras la declaración del cristianismo como religión oficial del imperio romano, la religión y la política estuvieron entrelazados entre si casi hasta mediados del siglo 20, inclusive naciones que a sí mismas se declaran autónomas de la religión, tienen en sus respectivas constituciones fundamentos altamente religiosos.
Todas y cada una de las religiones tiene su impacto directo a nivel político; inclusive en la actualidad siguen existiendo naciones profundamente teocráticas. En el caso concreto del cristianismo, es ineludible la posición política del Vaticano, ya que al estar la Santa Sede reconocida por el derecho internacional, se le otorga intrínsecamente su calidad política como Estado – Nación.
En la historia política de la humanidad, los actores de cambio fueron altamente religiosos, Juan Pablo II, monseñor Oscar Arnulfo Romero, Martín Luther King, Mahatma Gandhi, etc., fueron mártires religiosos por causa de sus ideales políticos, alineados coherentemente con su profesión de Fe. Ahora bien, en el caso concreto del cristianismo, los que se dicen seguidores de Jesús tienen y deben actuar según su Fe, es decir, anunciar el Reino de Dios, pero también denunciar las injusticias y abusos cometidos hacia los más desposeídos, en esto consiste la responsabilidad de ser profeta, aunque esto conlleve el desprecio de los políticos de turno o de los movimientos sociales alineados al poder.
San Pablo lo resume todo de manera brillante: ¡Ay de mí si no anunciare el evangelio! (1era. Corintios 9:16).

Marcelo Miranda Loayza, Teólogo y Bloguero.

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