Cuando millones de bolivianos están afligidos por la escasez de dólares, de combustibles, la desaparición de empresas formales, los incendios forestales, la expansión del narcotráfico, la corrupción y otros problemas, surgen muestras de incongruencia desde sectores evistas y arcistas, enfrascados en pugnas para lograr que Luis Arce o Evo Morales represente al MAS en las elecciones generales del año 2025.
En vez de plantear soluciones y restringir sus peleas al ámbito partidario, se dedican a una competencia por demostrar, mediante beligerantes marchas callejeras, quién tiene mayor apoyo popular. Lo peor es que al concluir esas movilizaciones con dudosa participación voluntaria, surgen declaraciones estridentes de caudillos masistas, pero vacías de contenido valedero y que hagan suponer que el país saldrá de su crítica situación económica.
Prevalece la amnesia y quieren hacer creer a incautos que se trata de dos bandos de diferente naturaleza, olvidando convenientemente que el MAS en conjunto es responsable de la dilapidación de los recursos económicos cuantiosos que ingresaron al país por la venta especialmente de gas a países vecinos. Ahora con descaro y sin hacer autocrítica por la crisis a la que han llevado al país, arcistas y evistas se empeñan en embarrarse con acusaciones de toda índole, sin mostrar verdadero interés por iniciar procesos de investigación para sancionar a los culpables.
Y después de la llamada “Marcha para salvar Bolivia”, Morales hizo exigencias, como que el presidente Arce cambie a “ministros narcos, corruptos, drogos, racistas y fascistas”, que solucione el problema de la falta combustible en 24 horas, etc. También pidió una política de austeridad en el Gobierno. Pero olvida que desde 2006 para asumir un cargo público no importan los méritos académicos, sino haber apoyado al partido azul en las calles o mediante financiación para campañas electorales. Pide austeridad, sin recordar que durante su gobierno se repartió a manos llenas dinero para favorecer a sectores afines. Y pedir soluciones en 24 horas es absurdo, dada la magnitud de los asuntos mencionados.
Lo más indignante es que se habla de democracia, cuando prevalecen las marchas violentas. Tampoco se debería hablar en nombre del “pueblo”, sin entender que millones de bolivianos perjudicados por nefastas medidas gubernamentales desde el año 2006, no pueden estar felices con la posibilidad de que masistas se queden o retornen al poder, sometiendo al país a mandatos socialistas externos, que solo causarán mayor pobreza. Como prueba de ello ahora se anuncia un bloqueo de caminos hasta lograr mezquinos objetivos electorales, sin pensar en los enormes perjuicios económicos para sectores productivos. Tampoco interesa, al parecer, la convivencia pacífica.
Mientras tanto, el gobierno de Luis Arce, inoperante, se limita a lamentarse y pedir apoyo internacional, olvidando que su gobierno ha mostrado al país como afín a regímenes repudiables, como los de Cuba, Venezuela, Rusia, Irán, lo que es otra incoherencia.
Triste espectáculo de incoherencias
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