viernes, abril 19, 2024
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Sin amor no hay generosidad

Parecería que el planeta está poblado por quienes hacen alarde de amar a todos, gritan a los cuatro vientos que por amar a la humanidad son capaces de entregar mucho en aras de los pobres; cuántos hacen gala de poseer riquezas y bienes de toda naturaleza y manifiestan que los han acumulado para beneficiar al prójimo. Sin embargo, cuán diferente es la realidad, ya que se tiene pruebas de que mucho de lo acumulado es fruto de haberlo conseguido por la fuerza, por explotar a los que están sujetos a su autoridad o influencia; cuántos buscan tener más tan solo para conseguir más dinero, más riquezas y más poder político, económico y social, sin importar a qué precio.

Tal realidad se la percibe por todo lado, está latente cada día con más fuerza en los más pobres y necesitados, los que padecen hambre y sufren los rigores de enfermedades que dan lugar a padecimientos sin fin. Cuántos han conseguido lo que tienen obligando a redoblar esfuerzos y capacidad a sus obreros, sin considerar su situación de pobreza y enfermedades. Pero prevalecía en los mandantes el afán de alcanzar más poder y riquezas, ¿a qué costo? Al logrado sin consideración ni amor, sin medir consecuencias, sin entender que se vulneraba la salud física y moral de quienes eran forzados y debían redoblar su trabajo. Fortunas fueron logradas sin amor, sin prueba alguna de generosidad. Eran riquezas acumuladas mediante el chantaje ante la escasez de empleos, sin siquiera un poco de afecto y menos palabras de aliento por el esfuerzo mostrado por los dependientes en labores diarias.

Qué frías y duras son las frases expresadas sin amor ni generosidad; palabras que no llegan a conmover ni al que las pronuncia ni al que las escucha; palabras a las que les falta calor y ternura. ¿Alguna vez podríamos re-aprender lo que se sabía y se ha olvidado? Sin embargo, siempre son necesarias palabras como “Por favor”, “Tenga la bondad”, “¿Podría ayudarnos?”, porque son portadoras de educación, ternura y bondad.

En el mundo actual, donde se agravan problemas como la pobreza, el desempleo, conflictos sociales, entre otros, se requiere sobre todo caminar hacia una convivencia pacífica entre gobernantes y gobernados, lo que dependerá de medidas y políticas que sirvan para mejorar las condiciones de vida de los pueblos. En tal sentido, comencemos por obrar con mayor consideración a quienes a diario realizan actividades manuales e intelectuales, cuyos frutos son necesarios para la marcha de la humanidad hacia el progreso.

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