sábado, abril 20, 2024
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Simón I. Patiño

Oscar Espinosa García}

I. Comienzo de la historia de un gran hombre y una gran mujer

Allá por los años 60 del siglo pasado, sabía que la Comibol en las minas nacionalizadas de la empresa de Simón I. Patiño tenía hospital, escuelas, viviendas para los trabajadores, pulpería y otras facilidades para los empleados. Me parecía dudoso que estas facilidades hubieran sido provistas por la Comibol, empecé a pensar que podrían haber sido provistas por Patiño. Por otra parte, circulaba la imagen (y todavía sigue circulando) de que Patiño llegó a constituir un superestado y junto con la rosca o como parte de ella, oprimía al pueblo boliviano e impedía que Bolivia se desarrolle. Se decía que los mineros trabajaban en sus minas en condiciones penosas y la mayor parte del beneficio que obtenía de la explotación minera era para su propio lucro, dejando muy poco para el país. Se llegó a afirmar que Patiño podía poner al presidente que él quisiera.
Don Roberto Querejazu Calvo ha escrito tres libros fundamentales sobre la historia de Bolivia, uno de ellos es LLALLAGUA, sobre el cerro donde se desarrolló en el Siglo XX la minería del estaño. La lectura de este libro me hizo descubrir que todos esos servicios sociales que había en Llallagua, no los había provisto la Comibol, sino la empresa que anteriormente explotaba las minas de estaño de ese cerro, cuyo propietario era Simón I. Patiño. También descubrí que las imágenes que existían sobre este boliviano, no eran las que correspondían a la realidad y que habían sido creadas para sustentar un nuevo esquema político para el país. Para contribuir a la verdadera interpretación de la historia, se presenta en este artículo la historia de este boliviano.
Simón Iturri Patiño nació el 1 de junio de 1860 en Santibáñez del departamento de Cochabamba. Sus padres fueron Eugenio Iturri y María Patiño. Él prefirió ser conocido por el apellido de su madre. Cuando tenía ocho años se trasladó a la ciudad de Cochabamba, donde hizo sus estudios de primaria y secundaria en el Seminario. Como buen cochabambino hablaba castellano y quechua.
Terminados sus estudios de bachillerato, se trasladó a la ciudad de Oruro, donde tuvo su primer empleo, de vendedor en un pequeño negocio de importaciones. De Oruro se trasladó a Huanchaca, donde obtuvo un modesto puesto en la sección administrativa de la Compañía Huanchaca. Regresó a Cochabamba por un corto tiempo y volvió a Oruro, donde consiguió empleo en la firma comercial Hermann Fricke y Compañía, que importaba mercadería de ultramar y exportaba minerales comprados a mineros pequeños y también corteza de quina y goma natural.
En la catedral de Oruro, el 1 de mayo de 1889 Patiño contrajo matrimonio con Albina Rodríguez Ocampo de 16 años, él tenía 29 años. Albina pertenecía a una notable familia orureña. Tuvieron siete hijos, dos murieron en la infancia, René, Antenor, Graciela, Elena y Luz Mila.
Patiño trabajando en la firma Fricke conoció al minero Sergio Oporto que venía a vender minerales. Le propuso formar una sociedad para explotar la mina de Oporto, la cual fue formalizada el 26 de agosto de 1895 con el nombre de “Patiño – Oporto. Mina La Salvadora”. Patiño aportó a la sociedad con sus ahorros de 5.000 Bs. La concesión tenía un problema legal con Juan Artigue, que reclamaba la propiedad de la mina.
Oporto estaba en la mina y Patiño en Oruro, vendiendo los minerales y enviando insumos para la explotación, dando instrucciones y haciendo reclamos para obtener resultados de la explotación de la mina. Pero éstos no venían, más bien se acumulaban las deudas, al extremo que Oporto quería vender la mina. Patiño propuso a Oporto comprarle su parte, lo que éste aceptó. A los dos años de la formación de la sociedad, Patiño junto con su esposa Albina se hicieron dueños del 100 % de la propiedad de la mina, asumiendo las deudas que fueron contraídas con la firma Fricke. Patiño se trasladó a la mina para trabajarla en persona. El campamento se encontraba a 4.400 m sobre el nivel del mar. Al poco tiempo, su joven esposa Albina y sus pequeños niños se reunieron con él para acompañarle y ella colaborarle en el trabajo. Albina había vendido sus alhajas y las propiedades que tenían. Patiño conmovido prometió construirle un palacio, que a la postre cumplió. Cuando se ausentaba de la mina, Albina se quedaba dirigiendo los trabajos en la mina.

Oscar Espinosa García es ingeniero civil.
Blog: Historia, transportes y desarrollo.

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