viernes, marzo 29, 2024
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¿Por qué los mataron?

El 8 de octubre de 1967, el general René Barrientos consultó a los jefes militares si había que matar al Che Guevara o dejarlo vivir para someterlo a un juicio.
Jorge Gallardo Lozada, quien fue ministro del Interior de Juan José Torres, relató en un libro que la respuesta de los consultados fue casi unánime: todos dijeron que había que matarlo, todos menos uno, el general León Kolle Cueto.
Si hubieran atendido el pedido del guerrillero: “no me maten, soy el Che”, la Justicia Militar, que por entonces todavía existía, lo habría sometido a un proceso que quizá hubiese permitido saber quién lo mandó a Bolivia, para qué, y cuántos cómplices tenía entre los políticos bolivianos.
Pero los votos de los jefes militares lo habían condenado a morir y el sargento Mario Terán lo ejecutó, según la versión más difundida.
Ahora, con el caso Rózsa, que pone en jaque mate al cocalero Morales, retumba la pregunta de por qué él mismo ordenó la muerte de los «mercenarios», como los llama, traídos por no se sabe quién a Bolivia desde los Balcanes.
Si la orden no hubiera sido tan terminante, quizá el país se hubiera enterado de por qué el grupo de Eduardo Rózsa llegó a Bolivia, si tenía un contrato para ejecutar algún trabajo, si lo cumplió o no, y también se sabría cómo se les pagó por sus servicios.
Del río de textos que ha corrido sobre el caso, el pequeño libro de Emilio Martínez es el que enfoca con precisión los detalles más reveladores a partir de los primeros elementos que surgieron en los tres siguientes meses a la ejecución.
Se sabe que estos «mercenarios» llegaron con pasajes pagados por la embajada de Venezuela, y que trataron de reclutar a cruceños que quisieran iniciar una guerrilla separatista, aunque nada avanzaron con ese propósito.
Algo se sabe de un primer pago que se les hizo en droga, que ellos trataron de venderla, tuvieron problemas en la frontera con Brasil y luego todo se complicó.
Eso sí, gracias a Harold Olmos, se sabe cómo utilizó todo esto el gobierno de Morales para perseguir a dirigentes de Santa Cruz usando jueces y fiscales serviles, aunque uno de éstos últimos se dio a la fuga y denuncia al cocalero como responsable de toda la tramoya.
Lo cierto es que los tres que debían morir fueron acribillados en el aeropuerto de Santa Cruz apenas pasada la medianoche y luego se montó la escena en el Hotel Las Américas, pero muy mal montada.
La CIDH dice que fueron torturados y ejecutados. Y es el gobierno de Bolivia el que debe ahora someter a juicio a los responsables.
Lo que se sabe sobre la verdad es muy poco, pero también muy peligroso para Morales y sus más próximos colaboradores. Su partido está en juego.

Siglo21bolivia.com

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