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Impulsaron proyectos gasíferos

El gas significó bonanza económica, entre los años 2005 y 2014. Resumía el esfuerzo de civiles y militares que se propusieron, a lo largo de los últimos 60 años, más o menos, fortalecer la economía nacional, mediante la exportación de ese energético. La inquietud era por buscar nuevas opciones para el desarrollo. Posiblemente mejores condiciones de vida para la población boliviana. Hubo alguna gente que usufructuó, en el pasado inmediato, de aquella situación. Pero la mayoría estuvo en la situación de siempre, o sea en la postergación.
El boom gasífero generó, a principios del año 2000, gracias a los elevados precios en el mercado internacional, millonarios ingresos para el erario nacional. “En toda su vida republicana, Bolivia no registró indicadores económicos tan altos como en 2008”, reiteró, casi a mediados de 2009, cierta autoridad gubernamental. Dijo también, en septiembre del mismo año, que la economía del país estaba “blindada”. En 2012 se suscitó, en este contexto, el mayor superávit fiscal, de 3.586 millones de dólares (1). Todo marchaba viento en popa.
La caída del precio, en el mercado internacional, descompaginó totalmente esa realidad. La sobreexplotación contribuyó a la baja producción. En este marco, “las exportaciones de hidrocarburos, principal fuente de ingresos del país, bajaron de 6.556 millones de dólares en 2014, a 3.140 millones, en 2018. Esto representa una caída del 52,1%” (2), indicaron.
Parece que nadie quería decir que el gas iba a declinar. Les daba miedo asumir esa actitud. Pero se vino abajo, desgraciadamente, la estructura económica, edificada sobre la base de ese recurso natural, no renovable. Ahora, no obstante que la cotización ha mejorado notablemente, a raíz de la invasión rusa a Ucrania, no existe la capacidad suficiente ni para honrar los compromisos. Así que no retornarán los tiempos del boom gasífero. Como consecuencia de ello los ingresos al erario nacional se vieron mermados. Se tendría que recurrir, nuevamente, a créditos externos, para encarar la gestión gubernamental.
En un momento de insensatez, los “enviados” echaron la casa por la ventana. Quizá pensaron que nunca se acabarían los tiempos de las vacas gordas. No supieron qué hacer con la abundante lluvia de los billetes verdes y los despilfarraron en diferentes obras denominadas “elefantes blancos”. Jamás se les pasó por la mente construir hospitales para casos de emergencia. La pandemia, por lo visto, ha cogido a los bolivianos cuando estaban en calzoncillos.
A quienes impulsaron, durante los últimos 60 años, proyectos gasíferos, desde diferentes ángulos, tanto políticos como técnicos, habría que rendirles homenaje, porque se dignaron a colocar la piedra fundamental, para el abastecimiento interno y la exportación del energético. Habría que destacar su apego a los supremos intereses nacionales. El haber posibilitado mercado para la exportación, porque este rubro no se dio de la noche a la mañana. Fueron procesos largamente trabajados.
En suma: el punto culminante de varias generaciones, que contribuyeron con sus esfuerzos, ideas e inquietudes, se tradujo en el boom gasífero. He ahí el mérito que los honra.

Notas
(1) Monitor macroeconómico de la Cámara Nacional de Industria. EL DIARIO, 26 agosto de 2020.
(2) Instituto Boliviano de Comercio Exterior. EL DIARIO, 28 de octubre de 2019.

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