miércoles, abril 24, 2024
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Es necesario fortalecer las fuentes de producción

Después de haberse superado en alguna medida los estragos causados por la pandemia, la economía nacional ha quedado debilitada y las mismas fuentes de producción han sufrido pobreza en la tenencia de bienes financieros que han determinado que la economía nacional esté resquebrajada, con escasa liquidez, almacenes desprovistos de materia prima, obligaciones bancarias y vencidas que había que honrar y una iliquidez crónica en caja, sueldos y salarios por pagar, conjuntamente cotizaciones a la seguridad social, pago de impuestos, obligaciones internas con proveedores y otros menores que no se podía soslayar. Cargas perentorias que no admiten dilaciones y su urgencia de pago es casi inmediata. Ante situación semejante, se recurre nuevamente al préstamo y se posponen algunas obligaciones que, de todos modos, deben ser cubiertas, aunque con los recargos consiguientes por los intereses; en fin, el conjunto de nuevas cargas requiere atención.
Al margen de cobrarse dineros adeudados a las empresas, no queda más salida que recurrir a instituciones como el Banco de Desarrollo y las instituciones de crédito en pos de dinero, aunque ello implique recargo de nuevas obligaciones. Lo importante es que el gobierno preste cooperación inmediata, al margen de burocracias que siempre operan con mucha demora. Urge rehabilitar la economía empresarial y no contraer más obligaciones, acelerar y acrecentar la producción, agilitar ventas y comercialización, evitar la concesión de nuevos créditos que signifiquen rémoras y controlar la eficiencia del personal. Todo debe converger en una mejora sustancial de la economía, para sustento de la fortaleza empresarial que redunde en beneficio general.
En medio de lo que se tiene que encarar, debe estar la decisión del gobierno de implantar austeridad en sus gastos, evitar contratación de más personal, viajes innecesarios, suprimir gastos de representación, reducir gastos onerosos, suprimir muchos cargos en las representaciones que viajan al exterior y, finalmente, disponer que cada embajada del país cuente con el personal estrictamente necesario. El gobierno sabe cuánto puede ahorrar y cuánto mejorar la calidad y producción que deban tener las empresas públicas, cuyo trabajo productivo casi siempre es reducido y sus gastos se incrementan aduciendo que “siendo empresas estatales, hay dinero que se debe y puede gastar”, según criterio equivocado de sus directivos.

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