jueves, abril 25, 2024
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Choferes en contrarruta

Si algo bueno hizo el Gobierno de Evo Morales fue el original teleférico (como medio masivo de transporte) del que, sin embargo, ignoramos los pormenores de su licitación —si es que la hubo—, las especificaciones para su adjudicación, los montos y plazos, etc. Asimismo, uno de los mejores aciertos de la anterior administración municipal a cargo de Luis Revilla, sin lugar a dudas fue el PumaKatari, del que —para ser ecuánimes— tampoco sabemos mucho respecto a los antecedentes técnicos y legales que rodearon su final adjudicación. Si por efectos de uno de ellos, o de ambos, sin importar personas, partidos o ideologías, se hallaren pruebas de corrupción o de daño económico al Estado, se debe sancionar conforme a lo que la ley dispone.
Algo, empero, es seguro: el Teleférico, el PumaKatari, el transporte público a través de algunas liberaciones impositivas que eventualmente les favorecen y el parque automotor en general, están subvencionados en el combustible.
Y cuando se trata de transporte público masivo, cuyo propietario es el Estado, es común que estas subvenciones los favorezcan, lo que, por otra parte, saberlo no es sorpresivo y, por tanto, con su divulgación no se está descubriendo el hilo negro. La filosofía del Estado en el mundo es promover el transporte público urbano, con un servicio que en calidad supere al del transporte público tradicional.
En sus inicios, el PumaKatari rebasó las más optimistas expectativas de eficiencia y calidad. La quema de más de sesenta unidades por parte de hordas masistas y la nueva administración municipal, han incidido en un sensible menoscabo de su excelencia; pero todos esos antecedentes, incluida una probable corrupción en la compra y funcionamiento de sus unidades o de la empresa La Paz Bus en su conjunto, no pueden derivar en una paralización o cierre de sus operaciones, simplemente porque a un osado asambleísta departamental —además dirigente de los choferes— no se le ha ocurrido mejor idea que cambiar, a título de benefactor de sectores como los estudiantes y adultos mayores, el fin para el que fue creado.
Esa intención es, por supuesto, un ardid político y en ningún caso una verdadera intención de favorecer a los niños y adultos mayores. El Movimiento Al Socialismo no puede digerir que la ciudad de La Paz le haya dado desde siempre la espalda, y entonces pretender privarle de un servicio que con todas sus falencias se hizo propiedad de la ciudadanía, es asestarle un golpe canalla, pero certero, de ésos que duelen porque son de los que calan lo más emblemático y querido que tiene el habitante de esta ciudad.
Pero, además, en esta innoble intención está el interés sindical de un mal asambleísta que, antes de defender los pocos motivos que tiene la ciudad maravilla para sentirse orgullosa de sus Pumas, en el fondo es el de librarse de dos segmentos de la sociedad, como son los estudiantes y los adultos mayores. En el primer caso, porque tienen una tarifa preferencial y, en el segundo, porque también gozan de un trato especial en ese ámbito, cuando utilizan los servicios de transporte público. Claro que en ambos casos esos beneficios están solo en el papel, de modo que los choferes, no de hoy sino de siempre, prefieren pasar de largo antes que detenerse para que sus vehículos viejos, incómodos, malolientes e inseguros, sean abordados por pasajeros comprendidos en esos dos extremos de la vida.
De esa manera, también media en esa odiosa intención del asambleísta departamental, apoyado por una asambleísta nacional, el interés de los choferes, de los cuales aquel es su representante en el órgano legislativo departamental.
Pero los PumaKatari están bien protegidos por quienes los han adoptado como propiedad suya. Es decir, la ciudadanía no va a permitir que, mientras La Paz reclama un fortalecimiento de su servicio, haya enemigos que pretendan su desaparición. Por lo pronto, el Puma está asumiendo también el rol de la responsabilidad social en la defensa del medio ambiente. ¡Adelante, Puma Katari! Ninguna mano negra va a privar a La Paz de lo que es su esencia.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.

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