viernes, abril 19, 2024
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En la difícil tarea de conceptualizar la emoción

¿Cómo responde el cerebro a las emociones?

Los estímulos son procesados por el ser humano siguiendo el recorrido: estímulo-tálamo-corteza-amígdala-hipotálamo-respuestas. Pero, como cita este autor, LeDoux (1999) ha descubierto que los estímulos percibidos como peligrosos son procesados a través de una vía más corta: estímulo-tálamo-amígdala-hipotálamo-respuestas.

Una vez descritas todas las partes que intervienen en la generación de la emoción y la función de cada una de ellas, es importante conocer cómo tiene lugar el proceso emocional, que parte de la percepción de un estímulo, y que cualquier acontecimiento puede ser ocasión de emociones y la disposición ante las mismas va a estar muy influido por nuestro estado de ánimo.

En esta línea, Fernández-Abascal y Palmero (1999) consideran que el proceso emocional se desencadena por la percepción de unas condiciones internas y externas, que llegan a un primer filtro que suponemos formado por un proceso dual de evaluación valorativa. Fruto de esta valoración, se produce la activación emocional, que se compone de experiencias subjetivas o sentimientos, una expresión corporal o comunicación no verbal, afrontamiento y cambios fisiológicos que dan soporte a las actividades anteriores. Las manifestaciones externas de la emoción son fruto de un segundo filtro que las suaviza, de forma que la cultura y el aprendizaje hacen que esas manifestaciones se vean modificadas y por tanto la apreciación de la emoción sea exagerada, minimizada o incluso negada.

En este sentido, la evaluación actúa como un primer filtro en el desencadenamiento emocional, teniendo doble función: la evaluación de la situación en función de las características afectivas y la valoración en función de su significado y la capacidad de afrontación del organismo al estímulo generador de la emoción. En este filtro habría que considerar las disposiciones en el tono emocional proporcionadas por los rasgos de personalidad y que explicarían parte de las diferencias individuales en cuanto al primer tipo de valoración y en cuanto a la segunda valoración, la del significado, se encuentra sesgada por los procesos de aprendizaje que influyen en la interpretación de las situaciones.

La activación emocional es de carácter multifactorial e implica diversos efectos, produciéndose una experiencia o efecto subjetivo (sensaciones o sentimientos que produce la respuesta emocional), una expresión corporal o efecto social, un afrontamiento o efecto funcional (preparación para la acción) y un soporte fisiológico (cambios que se producen en el sistema nervioso central, periférico y endocrino).

El segundo filtro que según estos autores controla la manifestación de las emociones, está basado en el aprendizaje y la cultura y es el responsable del control emocional mediante la inhibición o distorsión de la respuesta emocional. El autocontrol y el control externo sobre las emociones actúan en dos direcciones, controlando los efectos emocionales para que se produzca un incremento en la manifestación emocional o un déficit en determinados componentes de la respuesta emocional.

De esta manera podría explicarse las manifestaciones externas de la emoción en sentido de estar mediadas por el bagaje o carga experimental, la cultura y el aprendizaje del individuo.

Según el especialista en Investigación emocional e Inteligencia emocional Rafael Bisquerra, existen seis fases diferentes en el proceso emocional, resumiéndose en las siguientes:

1. Evaluación de una situación precedente
2. Cambios fisiológicos
3. Expresión motora
4. Efectos motivadores con tendencias hacia la acción
5. Sentimiento subjetivo
6. Afrontamiento

Tras la percepción del estímulo desencadenante, tiene lugar un proceso de evaluación/valoración de la situación y tras el cual se produce la activación emocional, compuesta por cambios fisiológicos, expresión corporal, tendencia a la acción y una experiencia subjetiva o sentimiento, y que soporta la respuesta global del sistema.

A manera de conclusión se entiende que todo proceso emocional parte de la percepción de un estímulo y en función de la valoración que le demos al mismo, se genera una respuesta fisiológica u otra, así como un tipo de sentimiento que puede percibirse y suele estar mediatizado por los aprendizajes. Esta valoración que se hace del estímulo influyen más o menos los rasgos de personalidad, las habilidades cognitivas o los aprendizajes, diferencia que va a marcar la existencia de varios modelos de inteligencia emocional.

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