jueves, abril 25, 2024
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Son importantes las experiencias vividas

Rememorar el pasado siempre es conveniente, porque lo acumulado a través de los años seguramente puede ayudar a vivir mejorando lo bien hecho, corrigiendo los errores cometidos y evitando repetir los pasos dados que no sean convenientes, puesto que la vida es un cúmulo de recuerdos. La remembranza de hechos, de enseñanzas y aprendizajes es ver pasar por la memoria todo lo grato, y debe ser amarga la parte ingrata que se haya encontrado. Cuando afloran los recuerdos, la conciencia repasa, recuenta, examina y califica lo que se hizo; es ella la que decide mejorar lo bien hecho, proponer mejoras en el sentir y obrar de cada uno; es el estado de conciencia que guía en uno los pasos que se vaya a dar con miras a un perfeccionamiento apegado al propósito de hacerlo todo bien.
Así, inteligencia y remembranzas trazan los senderos que se vaya a recorrer, hasta hacerlos caminos expeditos, con seguridad y llanura, con miras a superar todo lo que sobrevenga en el diario vivir siempre impertinente. Destierran hasta las tentaciones de repetir lo fácil, lo simple y momentáneo, porque no se encuentra escollos que siembra el obrar bien, el que todo muestre limpieza, donosura y espíritu constructivo. Por ello la perfección es bien no siempre alcanzable, pero que, una vez hallado, ayuda como instrumento muy útil para alcanzar metas.
Es bien supremo transitar por terrenos libres de escollos, que causan tropezones que generan desazón y malestar, más por el daño moral que por el material que puedan ocasionar. Y se espera, en toda instancia, que la voluntad haga expeditos los caminos para desterrar lo malo y tornarlo en bien, acorde con la fe y las esperanzas que son abrigadas por cada uno, en provecho de la propia conciencia, capaz de lograr perfección.
Es, pues, la propia conciencia que obra como acicate para desterrar el mal, destruyendo las voces agoreras que se empeñan en mostrar todo lo que es contrario al bien y causar daños que obligan a relegar virtudes, valores y principios que se habían forjado en el yunque de la conciencia para participar de los bienes creados por Dios. Es, en buenas cuentas, ser parte mínima de Su voluntad mediante los dones y facultades para que los hombres alcancen los grandes progresos logrados con la ciencia, la tecnología, las artes, los inventos, los adelantos y maravillas que ha puesto a disposición y solaz de los pueblos, con la finalidad de conseguir perfeccionamiento en todos los momentos de su vida. Dándole, además, facultades que otorgó con los grandes inventos y artes tecnológicas con el fin de que los hombres encuentren bienestar perfeccionando sus conocimientos.
Todo en la vida ha sido acumular experiencias y conocimientos capaces de contribuir a la obra del Creador. Son experiencias que enriquecen no solamente los conocimientos, sino labran el bienestar general de los pueblos, además de ser aptos para lograr que todos los caminos conducentes al bien común estén expeditos.

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