jueves, abril 18, 2024
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La corrupción destruye virtudes y dignidad

Cada régimen, al asumir el mando de la nación, se esmera en sus mensajes y se compromete con que su mayor lucha radicará en combatir la corrupción, especialmente la practicada por la burocracia en las formas de explotar al público, cooperar con el contrabando, mostrarse indiferente ante los actos del narcotráfico. Se aumenta la burocracia a favor de parientes y amigos y se busca que sus allegados adquieran poder económico y político, con miras a que su partido logre tener mayor poder. Sin embargo, llegado el momento de la práctica, lo menos que se hace es dar cumplimiento a esas promesas y aumentan esas faltas y delitos en perjuicio de la nación.
Los procedimientos que obstruyen la práctica de virtudes y cumplimiento de buenos propósitos son múltiples, porque coadyuvan a su crecimiento altos funcionarios que, sabedores de que estarán poco tiempo en los cargos que desempeñan, se esmeran en cometer más yerros a favor personal y del grupo partidista al que pertenecen. En primer lugar, declina la calidad del trabajo y la eficiencia de empleados que demostraban buenas condiciones morales, quienes se convierten en cómplices de altos funcionarios que continúan en desempeño de funciones. Estos modos de proceder proliferan porque, en buena parte de los casos descubiertos, no hay seguramente sanciones, se aplica la costumbre de “dejar hacer y dejar pasar”, posiblemente pensando en “hoy por ti, mañana por mí”. De este modo, muchos burócratas que cooperan con los gobiernos se hacen cómplices de quienes, llegado el momento, adquieren la condición de sociedad con el narcotráfico, porque se ponen al servicio incondicional del delito que cobra miles de víctimas en el mundo.
El letal negocio de las drogas cuenta en el orbe con socios incondicionales que, por supuesto, perciben gran cantidad de dinero y, lo más grave, no pueden renunciar a lo que hacen sin correr peligros, porque hasta sus familiares están involucrados en el crecimiento de cultivos de coca, su industrialización y posterior comercialización hasta la llegada al público consumidor. Seguramente se cuenta con comprometidos que están en pleno reclutamiento de personas que fungen como consumidores y se hacen comercializadores. Por supuesto, no faltan entidades comerciales y bancarias que, muchas veces sin saberlo ni conocer antecedentes de lo que hacen, cifran el dinero de los empresarios de las drogas, que poseen poderes de toda clase.
Son muchos los peligros que deben afrontar los niños y jóvenes, no solamente en las calles por las que transitan o en colegios y escuelas, sino hasta en sus relaciones con amigos y parientes. Estas situaciones que se hacen peligrosas determinan que padres de familia cuiden con el mayor esmero a sus hijos, siempre expuestos no solo al consumo de drogas, sino a ser convertidos en cómplices del letal negocio. De este modo, todas las oficinas públicas y privadas están expuestas a la corrupción que puede incrustarse y comprometer a quienes niegan todo concurso al delito, pero sin poder asegurar victorias que les permitan seguridad personal y familiar. La burocracia en cada oficina pública o privada implica, pues, serios riesgos y ello da lugar al cuidado que debe existir en la selección de personal.

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