viernes, marzo 29, 2024
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Crimen de Porongo y pruebas desestimadas

Aunque se sigue negando los vínculos de narcotráfico de Misael Nallar –empezando por el director máximo de la Policía– las evidencias son obvias. Esta actitud lleva a la sospecha de complicidad o de espera de alguna recompensa. Un entendido sostiene que los narcos operan en el interior de clanes o de vinculaciones familiares, el parentesco de Nallar con Einar Lima Lobo, pez gordo del ilícito, es suficiente indicio. La más que apreciable fortuna del individuo de ningún modo se explica. Él no pudo explicar el origen de sus 11 propiedades, la ostentosa hacienda, un hotel y 20 coches de velocidad tipo Tieryx, bienes que no puede haber amasado una persona que apenas supera la edad de 30 años.

En relación con su situación personal, el detenido no pudo acreditar el desempeño de algún trabajo. Se dice que es ganadero, pero solo cuenta con 150 cabezas de ganado, número escaso que no le permite afirmar tal condición. En Santa Cruz y Beni los dedicados a esta cría cuentan con miles de cabezas. Es fácil obtener certificación de los gremios de ganaderos acerca de si Nallar es o no uno de sus miembros. 

Otro aspecto que mueve a dudas es la entrega voluntaria del sospechoso en una gasolinera, afirmación del capitán Rubén Aparicio de la FELCN, quien habría recibido el dato de un informante anónimo, cosa que hizo posible ubicar el lugar de la supuesta entrega. Se presume que la gasolinera tiene un encargado que debería ser interrogado. Dicho capitán o el Jefe de Inteligencia y Operaciones Especiales, mayor Álvaro Muñoz Mejía, serían los enlaces con los que se comunicó Nallar o sus guardaespaldas después de la consumación del asesinato, para que tapen tan bárbaro hecho. Estas versiones de Muñoz Mejía y R. Aparicio parecieran una estrategia demostrable de la entrega voluntaria, junto a finalidades de inocencia y anulatoria del riesgo de fuga. Estos elementos redundarían en penas más benignas a favor de Nallar.  De ser evidente el indicado contacto, supondría acuerdos de larga data. Se lo debe investigar.

Es inverosímil que por casualidad los tres detenidos hubiesen perdido sus celulares y ninguno recuerde el número de sus adminículos. Esto es una burla hacia todos, incluidos los conformes investigadores. La prueba más obvia contra Nallar es la del guantelete que dio positivo, aunque su abogado le resta importancia. Esto sumado a la munición de alto calibre en el automóvil de Nallar el día del hecho y la tenencia de armas y fundas de las mismas en su hacienda, rebasan el vaso que tampoco ven los policías, fiscales, jueces y también el titular de Gobierno. Este ministro dijo a la prensa que aún no se encontraron indicios del millonario con el narcotráfico. No hay peor ciego que quien no quiere ver. Con este concurso de antecedentes, Nallar debía ser imputado por asesinato y narcotráfico. 

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