jueves, abril 25, 2024
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Cuidar a los niños es fortalecer al país

Como objetivo principal, muchos gobiernos de Europa y de Estados Unidos se han propuesto cuidar y dar excelentes condiciones de vida a los niños. Se adopta medidas bajo la creencia de que la fortaleza de un país radica en la cantidad y calidad de su niñez y juventud.

Es necesario que el gobierno –en sus proyectos, presupuestos, estudios y procesos que sean parte del desarrollo– tenga en cuenta que todo lo referido a niños y jóvenes debe tener prioridad, sin escatimar gastos, con la creación de infraestructura para fortalecer a los menores, porque de lo que hagan ellos en el futuro dependerá el país. No se tiene que descuidar estos aspectos que pueden ser vitales para la nación. Padres de familia, junto con maestros, médicos, psicólogos y otros profesionales, tienen que estudiar y poner en práctica lo que convenga a una formación integral, a estudios avanzados y desempeño profesional de calidad, con destino a la formación de niños y jóvenes. Los padres deberán cumplir papel importante en esta misión que podría ser decisiva para el progreso del país.

Por ello, toda acción de gobierno debe crear óptimas condiciones de vida para que los niños, desde su concepción en sus madres, si se quiere contar con el tiempo con un país fortalecido no solamente físicamente sino en valores. Luego de la Primera Guerra Mundial –l9l4 a l9l8– Alemania (gobierno del señor Konrad Adenauer) sacó la conclusión de “no haber preparado debidamente a su juventud”, por la concepción militar del nazismo hitlerista, de que la preparación para el uso de armas debería iniciarse en la niñez. Falso criterio que cayó a través de los años, porque se ha comprobado que los pueblos solo pueden cifrar sus esperanzas en los valores materiales y morales que hayan forjado voluntad y capacidad en los jóvenes. Que los niños, debidamente alimentados y mejor tonificados, adquieran las condiciones físicas para lograr cuerpos fuertes con mentes sanas y capaces de desarrollar y fortalecer física y mentalmente su futuro.

En la antigüedad, los regímenes fenicios, egipcios y griegos han tratado por todos los medios de mantener en excelentes condiciones de salud a su población y muy especialmente a los jóvenes que conformaban sus fuerzas militares, porque se consideraba que de la fortaleza de los ejércitos dependen las labores de conquista y, sobre todo, mantener completas sus posesiones territoriales. Creían que solamente es posible resguardar valores en las fortalezas de los ejércitos y no confiar en que los contrarios pudiesen respetar las posesiones de tesoros siempre apetecidos por los enemigos. También rige para muchos países la regla de que “ejércitos fuertes son fortaleza de las naciones” y esas fuerzas son posibles si hay preocupación por la cantidad y calidad de alimentos consumidos por la población militar, si se quiere rendimientos acordes con las necesidades de defensa de los bienes. Lamentablemente, este extremo no siempre puede ser cumplido por la mayoría de países que se debaten en la pobreza, en especial del Tercer Mundo y mucho más del Cuarto Mundo, cuyas condiciones hasta de miseria no permitirían el acopio necesario de alimentos y medios para mantener ejércitos. 

Es, pues, importante que toda nación trate de contar con una población sana y fuerte y no para tener fuerzas de poder sino para conseguir que la fortaleza sea especialmente mental y con posibilidades de superación permanente. De ello dependería vencer dificultades para desarrollo y avanzar en los campos de educación, cultura y el logro de condiciones propicias para los estudios y perfeccionamiento mental y moral. Y es que de una moralidad perfecta depende el desarrollo de mentes capaces de enfrentar los desafíos que implican las ciencias y la tecnología en niños y jóvenes.

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