viernes, abril 19, 2024
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Sobre vacunas y mentiras

No me importa que se vacunen las hijas o los nietos de los masistas. Si la hija de Evo Morales o las hijas de Juan Lanchipa o dizque la esposa de Del Castillo, recibieron sus dosis sin que les corresponda, es un abuso de poder, una ilegalidad, pero no como para llenar los espacios informativos. Finalmente, tantos actos ilegales se cometen en este gobierno plurinacional, que, protestar porque Morales, Lanchipa, Del Castillo o unas cuantas decenas más de “hermanos”, hayan querido proteger irregularmente a su prole de la peste china, resulta una minucia. Salvaguardar la vida de los hijos está por encima de cualquier ley y lo hace quien tenga el poder para realizarlo. Sabemos que eso está muy mal cuando la gente muere por centenares haciendo cola para recibir la vacuna, que en Alemania la señora Merkel no lo haría jamás, pero estamos en Bolivia y no hagamos más alboroto que el que tiene. Con que el gobierno deje de mentir en cuanto a los millones de dosis que se están recibiendo sería como para perdonarlos.

Lo que nos tiene irritados son las mentiras del MAS. Jamás ha pasado por la historia de Bolivia un conjunto de tantos mentirosos (y mentirosas) como los de ahora; nunca vimos en más de medio siglo a tantos originarios maestros en el arte de manipular. No se les mueve un pelo, no se arrugan para mentir. A veces no es que mientan, como la exdiputada Patty, que, simplemente, no sabe lo que dice, sino que repite lo que le instruyen, segura de que es dueña de la verdad. Esta señora de pollera (no sé por qué ofende que se le pueda llamar chola), ignorante hasta decir basta, es la principal acusadora en la tramoya del “golpe de Estado”. En ese nivel está la seriedad de la historia de los últimos años que se ha inventado el MAS.

Pero, bueno, el excelente documento que ha emitido la Conferencia Episcopal Boliviana, cierto, meditado, ordenado, con testigos de personalidades fiables, incluidas las del MAS, ha sentado confianza en los ciudadanos respecto de la ausencia del “golpe de Estado”. Sin embargo, los masistas (sobre todo las masistas que estuvieron presentes) han creado un alboroto enorme y se han retractado de lo que dijeron y de lo que acordaron cuando les cundió el miedo. Se han sentido nuevamente firmes en el poder y han entrado a discutir el procedimiento constitucional por el que Jeanine Áñez llegó al Palacio, desconociendo los motivos que la llevaron al mando, por el vacío de poder que dejó Evo Morales, recurriendo a la sucesiva ola de renuncias que ordenó para provocar un enfrentamiento fratricida.

No les interesa el referéndum del 2016, ni la manipulación pactada con el Tribunal Constitucional para burlar la Constitución, ni cómo se detuvo la transmisión rápida de datos (TREP) cambiando la marcha ascendente de Mesa en las elecciones del 2019, ni como la ciudadanía paró pacíficamente durante 21 días reclamando legalidad, ni como, finalmente Morales anunció la anulación de las elecciones reconociendo el fraude denunciado por la OEA. Y, claro, su posterior renuncia. Todo eso no les importa un pimiento en estos momentos a los masistas que quieren lavarle la cara y salvarle las gónadas a su huidizo líder para que intente volver al poder.

El MAS se ha lanzado con ira contra la Iglesia afirmando que quienes redactaron el documento fueron los obispos de la derecha. En la Iglesia pueden existir criterios de derecha como de izquierda, pero existe disciplina y orden. Ahí no dice cada quien lo que se le ocurre, como en el MAS. Y si Evo Morales pidió la intervención de la Iglesia cuando se sentía en franca caída, hoy sus seguidores debieran ser agradecidos y admitir lo sucedido. Pero los masistas tienen esa peculiaridad y es que son, además de ingratos, mentirosos.

Que vacunen a sus hijos sin que corresponda se les puede pasar, pese a que es algo sucio. Mas que mientan sin recato, que se envalentonen tanto, que sean tan atrevidos como para estar alentando las caducas chifladuras de Fausto Reinaga sobre la supremacía aymara, no. Que mientan sobre el 5.529 año “andino-amazónico- chaqueño”, tampoco. Si quieren embaucar incautos, que no nos incluyan a los amazónicos y chaqueños en sus celebraciones truchas que ya superan hasta a la milenaria China. A nosotros que nos dejen en paz en estos 2021 años de la era cristiana, que ya son suficientes.

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