La crisis económica que sufre Bolivia empeora. Y es que surgen anuncios de que cada vez tiene menos posibilidades de honrar sus compromisos económicos, es decir pagar préstamos tanto a corto como largo plazo. Tan lamentable noticia deriva de un reciente informe de la firma internacional S&P Global Ratings, especialista en evaluación económica. Dicha entidad internacional ha reducido la calificación crediticia de nuestro país a “CCC-”, lo que implica un riesgo cada vez mayor de que, en próximos meses, no podamos pagar nuestra deuda externa. Al respecto, se aduce que tal situación de deterioro se debe a la disminución de los ingresos por la venta de hidrocarburos, el crecimiento del déficit fiscal y los problemas para conseguir financiamiento externo.
Sin duda, la baja de calificación causa preocupación general y angustia al gobierno de turno. A la vez, es posible pensar en las dificultades que podrá acarrear un agravamiento del problema, en vísperas de elecciones generales y el cumplimiento del segundo centenario de la creación de la república boliviana en 1825.
Al respecto, es posible recordar que Bolivia registró una sola vez en su historia un problema de esa naturaleza y fue en vísperas de la guerra con Paraguay en 1932, oportunidad en la que el presidente Daniel Salamanca enfrentó la crisis económica pidiendo ayuda a personajes bolivianos como Simón Patiño, rico empresario minero y Nicolás Suárez, magnate de la goma.
Esa decisión, al empezar la Guerra del Chaco, tuvo graves efectos, pues la banca internacional había negado a Bolivia la posibilidad de obtener nuevos créditos y así poder financiar los enormes gastos que implica un conflicto bélico de esa naturaleza. Se recuerda que, en esas circunstancias, no había divisas para importar gasolina de Perú y movilizar los vehículos relacionados con esa guerra y que, entre otros, determinó el fracaso de la acción de Nanawa en 1933.
Hoy a la mencionada información sobre el descenso de la capacidad crediticia de Bolivia para pagar deudas contraídas en el exterior, se suman problemas como la falta de dólares para importar gasolina, de diésel, alimentos, repuestos de vehículos, maquinaria, insumos y otros.
“El estancamiento político y el acceso restringido a los mercados externos de bonos siguen limitando la capacidad del país para revertir la erosión de su liquidez externa y su posición fiscal, lo que plantea riesgo para la estabilidad económica y monetaria”, afirma dicha entidad. En todo caso, la noticia difundida por S&P Global Ratings, revela que el gobierno que surja mediante las elecciones del 17 de agosto próximo se hará cargo de la titánica tarea de reactivar la economía nacional.
Bolivia en riesgo de no honrar deudas
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