En plena Plaza Murillo, un grupo de mujeres —algunas organizadas, otras autoconvocadas— alzó la voz contra la crisis económica que golpea con fuerza a las familias bolivianas.
Amas de casa, trabajadoras independientes y gremialistas denuncian que ya no pueden sostener sus hogares: “Con 100 bolivianos se podía hacer mercado, ahora no se puede comprar nada”, afirmó Nora Machicado. La escasez de dólares ha disparado los precios y ha provocado el cierre de comercios, afectando incluso a quienes cuentan con un salario fijo.
Las manifestantes exigen al Gobierno soluciones inmediatas a la crisis, antes de continuar con actividades proselitistas: “En lugar de dar soluciones hace campaña”, reclamaron. La situación se agrava en los centros de salud, donde “no hay medicamentos”, y en los hogares, donde el aceite, el pollo o la carne ya son artículos de lujo, mientras transportistas y comerciantes lamentan que no hay ganancia posible en estas condiciones.
“El presidente Arce está cometiendo un crimen con el país”, denunció otra manifestante. La inflación alcanza incluso a los recreos escolares: “el pilfrut de 1 boliviano subió a 2, chocolates de 2,50 a 7”, detallaron con indignación. “La canasta familiar no tiene color político”, insistieron, mientras recordaban que “dimos al Gobierno un voto de confianza, ¿para qué nos maten de hambre?”. El clamor popular resuena fuerte: las mujeres sienten que han sido traicionadas.