Por Valeria Sabater
Sería maravilloso que cada niño viniera al mundo con un manual personal que nos indicara cómo cuidarlo, responder a sus necesidades y hacer de él una persona feliz, independiente, autorrealizada. Pero, en su lugar, la mayoría de las veces actuamos a tientas y casi por instinto.
Uno de los aspectos en los que más equivocaciones solemos cometer es en el cuidado de su autoestima. Muchas veces asumimos enfoques erróneos que, lejos de potenciar esta dimensión del bienestar psicológico, la entorpece. Ejemplo de ello es elogiar en exceso de manera poco auténtica.
Nuestros hijos no son ingenuos. El objetivo que debemos proponernos es edificar en ellos un adecuado sentido de autocompetencia y de amor propio. En una sociedad competitiva y que tiende a poner en duda nuestras valías, nada es tan relevante como atender esa área de la salud mental.
La autoestima hace referencia a la manera en que nos vemos a nosotros mismos y cómo creemos que nos ven los demás. En dicha percepción influye nuestro entorno y, en especial, el constituido por nuestros cuidadores. Cada mensaje dado o no dado, cada interacción y experiencia vivida en la primera infancia son claves para la construcción de esta dimensión.
Es decir, la autoestima no se construye tan solo con nuestras percepciones, sino que la influencia de nuestros padres, hermanos, maestros y amigos también resulta decisiva. Y tengamos claro un aspecto: es más fácil desarrollarla en un niño que tener que repararla en un adulto.
Asimismo, y en relación con esta idea, un estudio de la Universidad de California nos señala algo importante; el ambiente familiar puede ser en ocasiones tan complejo que la autoestima de un niño puede verse afectada por numerosos factores, como por ejemplo la presencia de algún trastorno psicológico en los padres.
Por otro lado, tampoco podemos pasar por alto esas formas en que los padres dañan la autoestima de sus hijos sin saberlo. Las analizamos.
- No darles responsabilidades acordes a su edad
La sobreprotección es un obstáculo para el correcto desarrollo de la autoestima infantil. Es importante recordar que si hay algo que necesita un niño es sentirse competente y para ello, nada mejor que ofrecerle responsabilidades acordes a su edad.
- Evitar que cometan errores
Hay papás y mamás que pasan parte de su vida actuando como héroes al rescate de sus hijos. Les evitan caídas, errores, fracasos y decepciones. Cometer errores y realizar el esfuerzo mental de resolver ese incidente confiere a todo niño una posibilidad valiosa de crecimiento.
La autoestima también se gesta en cada adversidad superada, algo que un niño puede aprender desde las experiencias más simples e inocentes.
- Abusar del refuerzo positivo
Hay padres que califican de extraordinario a cada cosa que hacen sus hijos, repitiéndoles que son geniales, los mejores del mundo y los más inteligentes.
Puede darse el caso que nuestro hijo nos enseñe un dibujo del que él es consciente que no es su mejor obra. Si papá y mamá le dicen que es una “maravilla”, sabrá que no es cierto. Así, es difícil que se sienta motivado para mejorar, ya que sus padres parecen encontrar fascinante cualquier cosa que haga.
- Protegerlos de sus propias emociones
Cuando un niño llora, está triste o frustrado, resulta tentador comprarles un helado o un juguete. Lograremos dibujar una sonrisa de inmediato en sus rostros. Sin embargo, ¿qué aprendizajes obtendrán de ello? Pocos o ninguno.
Los padres dañan la autoestima de sus hijos al minimizar o evitar que aprendan a controlar sus emociones. Un trabajo universitrio resalta la correlación entre la regulación emocional y la autoestima, que implica también la habilidad de manejar los propios sentimientos sin ser dominados por ellos.
- Educar en la perfección
Educar en la perfección es educar en la ansiedad y en la percepción de que uno nunca está a la altura de lo que se le pide. Bien es cierto que todo progenitor ansía que sus niños sean exitosos. Sin embargo, por encima del logro excepcional está la felicidad, disfrutar de la infancia y no terminar desarrollando desde bien temprano una autoexigencia insalubre.
En conclusión, apuntemos hacia un equilibrio
Permitir el error, evitar halagos excesivos y desproporcionados y asignarles responsabilidades acordes a su edad, son aspectos clave para fomentar una autoestima saludable en nuestros hijos.
Este enfoque armónico y balanceado les brindará las herramientas necesarias para desarrollar confianza en sí mismos y enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y autoaceptación.