Siempre es un buen momento para escribir sobre la prensa y su importancia en las sociedades democráticas. En el último tiempo, por la irrupción de las nuevas tecnologías digitales, entre otras cosas, la labor de los periodistas ha ido transformándose mucho, pero también se ha ido dificultando debido a la reaparición de tendencias intolerantes y autoritarias que azotan a las sociedades en varios países del globo. Particularmente dura es la labor de un periodista cuando trabaja en un medio en el que la justicia no funciona y la economía pasa por periodos de crisis, como es el caso de la Bolivia actual. En esos lugares y momentos, el oficio de informar críticamente se vuelve una labor de alto riesgo, no solo por el peligro latente de un juicio penal o de hostigamiento gubernamental, sino además porque los medios independientes no gozan de pauta publicitaria estatal o son asfixiados económicamente, lo que ocasiona que los trabajadores de la prensa no puedan conseguir condiciones dignas de trabajo.
Según un reciente informe de la oenegé Reporteros sin Fronteras, Bolivia se ubica en el puesto 93 de 180 países en la clasificación mundial de libertad de prensa, dato que fue recogido por la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB). Según el boletín de la ANPB, la situación de los periodistas es hoy muy difícil debido a varios factores, como la precarización laboral, la censura y los intentos de control gubernamentales y la vulneración de derechos laborales. Los números son realmente alarmantes: alrededor del 60 por ciento de periodistas en Bolivia trabaja sin contrato formal, el 75 por ciento percibe ingresos por debajo del salario promedio nacional y un 80 por ciento no cuenta con seguro médico. Así, podemos confirmar que ser periodista es una labor de alto riesgo, y no solo para el que la ejerce, sino además para la familia de quien la ejerce.
Como dijo algún día José Carrasco, fundador de EL DIARIO, “la prensa hace luz en las tinieblas y todo cuanto existe de progreso en el mundo se debe a su inagotable labor”. Esta máxima es pertinente porque recuerda que es la labor periodística, independiente de cualquier tipo de poder (económico, político, religioso, etc.), la que permite que las sociedades se desarrollen. Ahora bien, teniendo en cuenta que el desarrollo está casado con la democracia y que la democracia no puede ser sin un flujo de información crítica que busque la verdad, se puede asegurar que Bolivia no conquistará la democracia mientras no sean conquistadas garantías legales y buenas situaciones laborales para los periodistas que trabajan en su territorio.
Sin periodismo serio, la sociedad leería, escucharía o vería noticias frívolas de gente poco profesional; hay que tomar en cuenta que, en este sentido, las redes sociales pueden ser tan buenas como malas, porque pueden convertirse en canales de desinformación y posverdad. Por todo ello, este próximo 10 de mayo, Día del Periodista en Bolivia por un decreto supremo de 1938, emitido durante la presidencia de Germán Busch, será un buen día para recordar lo vital que es una prensa libre en un país que quiera ser democrático. La economía, la justicia y la institucionalidad no serán reparadas si al mismo tiempo no se repara la situación del periodismo boliviano. Es una condición sine qua non.
Bolivia: puesto 93…
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